Francisco muestra el camino


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Visitando a la Virgen Salus Populi Romani, protectora de Roma y peregrinando hacia la Iglesia de San Marcello al Corso, para arrodillarse ante el Cristo milagroso, Francisco nos muestra el camino a recorrer en estos tiempos de incertidumbre. ¿Presenciamos una invitación a volver a viejas tradiciones que nos retrotraen a aquella época en la que la magia y las supersticiones reemplazaban la ciencia? ¿Se trata de retornar a los tiempos previos a la modernidad y las transformaciones sociales y culturales? ¿Volvemos a la Edad Media?



No es lo único que ha hecho el Papa. También se puso al frente de todos utilizando las redes sociales o dialogando mano a mano con un periodista como Jordi Évole en una charla desprovista de todo protocolo en la que se puede ver a un sacerdote hablando con naturalidad sobre lo que ocurre. Una conversación sin pretensiones de “magisterio” en la que se ve compartir mano a mano al sucesor de Pedro con un hombre representativo de la cultura contemporánea, por cierto nada clerical.

Seamos sinceros, ¿alguna vez dejamos de rezar “como en la Edad Media” cuando el dolor golpeó las puertas de nuestras vidas? ¿Dónde está escrito que no puedan convivir los deslumbrantes desarrollos de la ciencia con los temores más profundos de nuestras almas? ¿Acaso algún iluminado especialista en pastoral ha descubierto alguna fórmula más eficaz de transmitir el Evangelio que la charla sincera y sin pretensiones ni solemnidades sobre los miedos más humanos: la vida, la muerte, el dolor, la soledad?

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“Sentir mi cercanía”

Al comienzo de la conversación el periodista pregunta qué le diría el Papa a quienes “la está pasando mal” y Francisco responde: “Lo último que yo haría es decirles algo; lo que trato es de hacerles sentir mi cercanía”. Y más adelante Évole pregunta: “En una situación como esta ¿hasta un Papa puede poner en duda la existencia de Dios?”, y la respuesta llega directa y al instante: “¡Evidente! ¡Evidente! Nadie está exento de las tentaciones…”

Esa manera de hablar y responder es la que genera cercanía. ¡Qué abismo separa esa manera de hablar de los discursos impostados sobre la esperanza cristiana y la fe en la vida eterna! Así Francisco, ¡Pedro!, nos muestra el camino.

Quizás esta tragedia nos sirva para que muchos eclesiásticos y católicos de misa diaria, derribados del caballo como Saulo de Tarso, comiencen a caminar junto a las personas de nuestro tiempo con el corazón en la mano, compartiendo con ellas la misma debilidad y esperanza. Quizás ahora aprendamos a presentarnos ante los medios de comunicación con nuestras fragilidades y sin esas pretensiones de “ser referentes” y “proclamar verdades”. Ese camino nos está mostrando a todos este Papa que Dios nos ha regalado para atravesar estas épocas posmodernas y medievales a la vez.