Nos dice el papa Francisco en el capítulo quinto de ‘Fratelli Tutti’ que una función esencial de la política es sostener el trabajo, y hace una defensa de la mejor política, como un bien común y como la única salida para un mundo distinto. No puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una “buena política”. De tal manera, rechaza los extremismos tanto de izquierdas como de derechas, que han invadido el lenguaje en general que se colocan en la antipolítica como la manera de degradar las sociedades y hacerlas más sectarias y menos solidarias.
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El papa nos dice, nuevamente, que el trabajo, debe asegurar a todos la posibilidad de hacer brotar las semillas que Dios ha puesto en cada uno, sus capacidades, su iniciativa, sus fuerzas: “‘Ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo’. Por más que cambien los mecanismos de producción, la política no puede renunciar al objetivo de lograr que la organización de una sociedad asegure a cada persona alguna manera de aportar sus capacidades y su esfuerzo. Porque ‘no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo’. En una sociedad realmente desarrollada, el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no solo es un modo de ganarse el pan, sino también, un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo”. (FT 162)
Una nueva cultura del encuentro
Ante tanto desencuentro social, Francisco nos invita a desarrollar una nueva cultura del encuentro que vaya más allá de las dialécticas que enfrentan y nos traza un poliedro que “representa una sociedad donde las diferencias conviven complementándose, enriqueciéndose e iluminándose recíprocamente aunque esto implique discusiones y prevenciones. Porque de todos se puede aprender algo, nadie es inservible, nadie es prescindible. Esto implica incluir a las periferias. Quien está en ellas tiene otro punto de vista, ve aspectos de la realidad que no se reconocen desde los centros de poder donde se toman las decisiones más definitorias” (FT 215). El poliedro entonces expresa las diversidades culturales, es la contracara del diálogo social que bien entendido trata de articularlas en aras del bien común.
Es imperiosa una política económica activa orientada a “promover una economía que favorezca la diversidad productiva y la creatividad empresarial”, para que sea posible acrecentar los puestos de trabajo en lugar de reducirlos. La especulación financiera con la ganancia fácil como fin fundamental sigue causando estragos…, la fragilidad de los sistemas mundiales frente a las pandemias ha evidenciado que no todo se resuelve con la libertad de mercado y que, además de rehabilitar una sana política que no esté sometida al dictado de las finanzas, “tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos”. (FT 168)
En esta situación de crisis que estamos sufriendo y padeciendo motivada por la pandemia del Covid-19 que no solo tiene manifestaciones sanitarias, sino también repercusiones sociales, económicas y laborales, ante esto qué nos dice el papa Francisco sobre la fraternidad, el trabajo, la política y su centralidad en la vida humana, necesitamos de un diálogo sincero y profundo para redefinir la idea del trabajo y el rumbo del desarrollo, tenemos el reto y la obligación moral de preguntarnos ¿qué podemos hacer personal y comunitariamente ante esta situación? “Necesitamos movernos en comunidad”, estamos llamados a poner rostro y caras a los hombres y mujeres sufrientes de esta situación y acompañarnos de ellos para hacer posible la experiencia de la fraternidad y la comunión.
Para las cristianas y los cristianos, la propuesta del Evangelio es nuestra mejor aportación a la fraternidad, pues “para nosotros, ese manantial de dignidad humana y fraternidad está en el Evangelio de Jesucristo”.