Gala MET 2018: La noche de los Oscars de la moda, una oportunidad para la Iglesia


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No hace falta ser Nostradamus para aventurar que algunas narices católicas se han retorcido al ver el despliegue de la noche de los Oscars de la Moda, la Gala MET de Nueva York. Pero la gala puede representar para la Iglesia mucho más que una ocasión para ofenderse. Puede ser un momento de educación masiva, y todo, gratis. 



El título de este año es ‘Cuerpos celestiales: la moda y la imaginería católica’. Despega con una exposición de mayo a octubre en el Museo Metropolitano de la Quinta Avenida. Las piezas centrales de la exposición son vestimentas papales, mitras, tiaras y otros accesorios de la sacristía de la Capilla Sixtina, muchas de los cuales no se habían visto nunca antes fuera del Vaticano. La tradición de este evento, dirigido a la élite de la moda, es que los invitados vistan de manera que reflejen el tema.

No obstante, hay cierto potencial catequético en ello, y así me lo explicó mi compañera de Crux Claire Giangrave, que está en Nueva York para el evento, junto con nuestro corresponsal Chris White. Giangrave sigue de cerca el mundo de la moda y lo que me dijo es que la Gala MET establece las trayectorias culturales influyentes del año, que son las que afectan más directamente a la gente joven.

Durante los próximos días, me dijo, la juventud interesada en la moda va a estar subiendo imágenes en Instagram y estas serán de cruces, del Sagrado Corazón, iconos bizantinos y similar, y los van a encontrar en marcas de moda global famosas como Versace o Dolce&Gabbana. La imaginería católica va a estar delante de sus ojos, no por una evangelización formal, sino gracias a unos diseñadores –mayoritariamente laicos– que chocan de manera impredecible con el legado católico.

Se presentan muchas posibilidades para aprovecharse de todo esto

Imagine los debates en la clase de Religión de un colegio católico esta semana, por ejemplo, basándose en las imágenes de la Gala, explicándoles lo que esas imágenes realmente significan y de dónde han salido. Normalmente, intentar enseñar a un adolescente lo que sea sobre iconografía medieval se haría muy cuesta arriba, pero muéstrales esas mismas imágenes de Rihanna y tendrás su atención.

En las universidades católicas, puede haber posibilidades creativas de retroalimentación entre teología y programas de diseño, utilizando las nuevas líneas enraizadas en el simbolismo religioso como base de la reflexión. Incluso algún editor creativo o movimiento preparando materiales guía para padres, que puedan usar con sus hijos sobre las imágenes que verán flotando en el éter cultural.

¿Por qué estas cosas importan?

La repuesta, más allá de la pura curiosidad, es la imaginería católica. Está enraizada en el instinto sacramental de que las realidades visibles pueden ser signos de movimientos internos de gracia. Alcanzamos lo supernatural a través de lo natural, lo invisible a través de lo cual podemos ver y tocar. La moda, en ese sentido, puede ser una especie de sacramento en tela y color, evocando respuestas que conmuevan al corazón.

La gente joven no usará ese lenguaje teológico para describirlo, pero pueden llevar ese instinto en la sangre. Lo importante es que mientras la Gala puede generar cierto resquemor –y algunas de las reacciones pueden estar justificadas– también sirve como una inmensa oportunidad.

En el pasado, sabemos lo que ha pasado cuando la Iglesia deja de aprovechar una oportunidad que le da la cultura. El catolicismo fue lento en asimilar la prensa escrita, y en parte por ello, perdió media Europa a favor de Lutero. También hemos visto lo que puede pasar cuando la Iglesia aprovecha el momento, como el apabullante éxito del arzobispo Fulton Sheen en la televisión allá por los años 50.