Hay que agradecer a la Navidad de 2020 porque ha sido más profunda. Se han multiplicado los mensajes de que había que “salvar la Navidad”, esto es, gastar. En una cosa tienen razón: hay que salvar la Navidad.
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Obviamente no hemos podido reunirnos con los seres queridos, la enfermedad ha continuado avanzando y han seguido limitadas las celebraciones públicas. Sin embargo, se ha contenido la tendencia a desvirtuar la esencia de la Navidad. El consumismo se ha visto reducido. La hortera escalada política para ver qué ciudad pone más luces ha parado momentáneamente.
Techo de gasto
No fue necesaria la sobreexcitación, avidez de relaciones, exhibición de regalos y euforia positivista a que parece que estemos obligados cada Navidad. Las ciudades deberían poner un techo de gasto público a los fastos de Navidad.
Hemos salido huyendo del 2020. Ha sido un año de males, pero también de bendiciones. El año en que el mundo paró, pudimos sentir de nuevo el corazón del planeta y la Humanidad. Ningún año está libre de enormes males para la Humanidad. Lo excepcional es que los hayamos visto tan cerca.
La del 2020 ha sido una Navidad más reflexiva y sentida, más preocupada por los dolientes y vulnerables, más consciente de nuestra fragilidad y de ser radicalmente humanos, del misterio de la vida y la sed de bondad. La sociedad necesita Navidad, renacer, hermanarnos y, como cada año, ha tenido una festividad que lo inspira en todos, sean creyentes o no. Las tendencias a que sean las fiestas del solsticio, de Papá Noël, de las luces, las brujas o de Mr.Scrooge son una pérdida enorme para nuestra civilización.
La sociedad debe cuidar y potenciar sus celebraciones. Sometidas a las fuerzas de la mercantilización, la superficialidad o la propaganda política, toda celebración se destruye. Una sociedad sin celebraciones profundas, carece de medios para generar, transmitir y actualizar su capital moral. Este 2020 nos ha hecho más conscientes de la urgencia de salvar la Navidad y pare eso debemos frenar su adulteración y profundizar pluralmente en su significado, tanto para cristianos como para otras religiones, tanto para creyentes como para quienes no lo son. Comencemos ya a salvar la siguiente Navidad.