El tiempo de Francisco
El Pontificado de Francisco cumple nueve años, en tiempos difíciles para el mundo y la Iglesia ha desplegado su misión apostólica con talante humilde, entusiasta e innovador.
Las líneas que siguen se proponen destacar algunas de las iniciativas que Francisco ha desplegado e identificar la estructura y proyección de su magisterio. No pretenden ser un recuento exhaustivo, es un acercamiento a su ya abundante legado.
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Dos carismas Asís y Loyola
La prudente y valerosa renuncia de Benedicto XVI desató factores que condujeron a la elección de lo que en lenguaje no eclesial, se conoce como un “outsider”. Ciertamente alguien alejado del juego curial, pero para nada un desconocido.
A todas luces su elección contenía sorpresas prometedoras: Francisco es el primero que quiso llamarse como el pobre de Asís y no aceptó agregar a su nombre los ecos monárquicos de la numeración ordinal; es el primer miembro de la Compañía de Jesús en ser elevado a la cátedra de Pedro; es el primer latinoamericano en ser obispo de Roma.
Como luego se comprobó, todo ello no eran primicias irrelevantes o notas de color superfluas. Son signos de una vocación renovadora, de reanimación de la Iglesia con los carismas de dos santos: Francisco de Asís e Ignacio de Loyola.
Humildad y misericordia
Francisco ha puesto en marcha un buen numero de reformas; cambios en los que la humildad y la misericordia se advierten como hilo conductor.
En su estilo personal: desocupar el departamento del Palacio Pontificio y residir en la modesta Casa Santa Marta.
Una de sus primeras iniciativas fue la formación de una comisión para la reforma de la Curia y poner orden, transparencia y austeridad en las finanzas del Vaticano.
En su legado deben inscribirse sus enérgicas y claras indicaciones a los titulares de los Dicasterios, para que asuman su misión servicialmente y no como hombres de poder.
De la mayor trascendencia en su legado es la cero tolerancia a los abusos y casos de pedofilia: sancionar sin distinguir grado jeráquico, asumir con vergüenza la petición de perdón y reparación al dolor de las víctimas.
El mismo alcance tienen sus modulaciones pastorales en temas asaz polémicos y sensibles: género, familia, vida. Frente a quienes los han ideologizado, politizado y radicalizado Francisco toma distancia; ratifica la doctrina católica, pero pone el foco en los seres humanos concretos, a su posicionamiento infunde el hálito de la infinita misericorida de Dios a todas sus creaturas. Prefiere la comprensión a la condenación.
Iglesia en salida, cuidar la creación, fraternidad y amistad social
La trilogía conformada por la exhortación apostólica ‘Evangelii gaudium’ y las dos cartas encíclicas ‘Laudato si” y ‘Fratelli Tutti’ forman un conjunto relevante de su legado.
En la primera establece el programa general de su pontificado: llama a iniciar una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del evangelio. Propone una reforma: ‘La transformación misionera de la Iglesia’ (19-49). Iglesia en salida, la que habrá de realizarse en un contexto que Francisco identifica como crisis del compromiso comunitario (50-109) Por ello el anuncio del Evangelio debe asumir su dimensión social y practicar el diálogo interreligioso y ecuménico.
‘Laudato si” llama a toda la familia humana para atender ‘el desafío urgente de proteger nuestra Casa común y unirse en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral’ (18). El capítulo tercero Raíz humana de la crisis ecológica (101-136) es una severa crítica a la globalización del paradigma tecnocrático y a las desastrosas consecuencias del antropocentrismo moderno en la vida social y para la madre tierra. Propone una Ecología Integral (137-162) que incorpore la ética para detener la autodestrucción, mediante el diálogo internacional y dentro de las naciones.
En la carta encíclica ‘Fratelli Tutti. Sobre la fraternidad y la amistad social’, escribe: “Cuando estaba redactando esta carta irrumpió en forma inesperada la pandemia de Covid-19 que dejó al descubierto nuestras falsas seguridades (…) se evidenció la incapacidad de actuar conjuntamente. A pesar de estar hiperconectados, existía una fragmentación que volvía mas difícil resolver problemas que nos afectan a todos. Y advierte: si alguien cree que sólo se trataba de hacer mejor lo que ya hacíamos, o que el único mensaje es que debemos mejorar los sistemas y las reglas existentes, está negando la realidad” (7).
Propone recomenzar: ‘Iniciar y generar nuevos procesos y transformaciones’ (77-78); ‘Pensar y gestar un mundo abierto, fundado en el valor único del amor’ (87-127); todo esto requiere de nuevas formas de hacer política, a ello dedica el apartado ‘La mejor política’ (155-157). Aconseja un metodología: ‘Diálogo y Amistad social’ (198-224) para recorrer ‘caminos de reencuentro’ (225-270), con ‘religiones al servicio de la fraternidad del mundo’ (271-287).
De los documentos a la acción
El legado de Francisco no solo está en documentos escritos, se encuentra también en los procesos inspirados en su magisterio y en los que personalmente se involucra. Por mencionar algunos:
– Participa en iniciativas conjuntas con líderes de otras confesiones religiosas.
– Da atención prioritaria a los migrantes y refugiados.
– Anima a los movimientos populares participando en sus encuentros internacionales.
– La estrategia pastoral y social para la Amazonia, mediante la convocatoria al Sínodo de los Obispos de la región (octubre de 2019) y la posterior exhortación apostólica ‘Querida Amazonia’ (2020).
– Su iniciativa de Scholas Ocurrentes en todo el mundo. Diseñadas para dar una respuesta concreta al llamado de esta época, confiriéndoles la tarea de educar en la apertura, en la escucha al otro y en la cultura del encuentro.
-Su estímulo a la formación de líderes políticos católicos, con diversas sensibilidades partidarias, como las Academias de Líderes Católicos establecida en varios países.
– La convocatoria en Sínodo a toda la Iglesia universal para reflexionar sobre el tema ‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión’. Proceso que habrá de culminar en 2023, del que el Papa ha dicho: “Precisamente el camino de la sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del Tercer Milenio”.
Por Luis Felipe Bravo Mena. Ex embajador de México ante la Santa Sede y miembro de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos.