Declarado “Venerable” –por lo tanto extraordinario en su vida cristiana– por el Papa Francisco en mayo del 2023, el joven brasileño Guido Schäffer murió accidentalmente cuando surfeaba con su hermano y unos amigos en la playa de Copacabana el 1 de mayo del 2009. La primera pregunta que surge cuando una persona joven muere repentinamente y luego se empieza a hablar de él como de un santo es si el duro golpe recibido por quienes lo conocieron o que, en cualquier caso, luego tuvieron conocimiento del hecho, no habrá engrandecido su figura hasta el punto de considerarlo santo. Ciertamente, éste es un riesgo que la Iglesia trata de combatir sabiamente con la exigencia de los cinco años que deben transcurrir antes de que pueda iniciarse una causa de canonización. En este caso, pasaron esos cinco años y comenzó la causa de Guido, y en ella salió a la luz la grandeza de este joven normal y corriente, pero que pasó por este mundo dejando una huella profunda.
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Guido Vidal Schäffer había nacido de Guido Manoel Vidal Schäffer y Maria Nazareth França, ambos médicos, el 22 de mayo de 1974 en la ciudad de Volta Redonda (Estado de Río de Janeiro). Tuvieron tres hijos, Angela (nacida en 1970), Guido (1974) y Murício (1976) y nuestro joven recibió en el bautismo el nombre de su padre. La familia vivía en Copacabana, un barrio de Río de Janeiro cercano a la playa, donde se celebraban numerosos acontecimientos deportivos. Al ser zona de playa, uno de los deportes más populares en Copacabana era el surf, pasión de Guido y su hermano, que se convirtieron en instructores.
La infancia de los tres niños Schäffer fue tranquila, entre 1979 y 1991 Guido asistió a uno de los principales colegios de la zona sur de Río de Janeiro, el Colégio do Sagrado Coração de Maria en Copacabana. Tras hacer su primera confesión y su primera comunión, fue adquiriendo la costumbre de acercarse a la mesa eucarística a menudo, también los días de diario. Tras terminar el bachillerato en el Colégio Coração de Maria de Copacabana, se matriculó en la Facultad de Medicina Souza Marques en 1993, donde se graduó en 1998.
Pacientes de VIH
Durante sus estudios tuvo la oportunidad de tratar con pacientes de VIH y aprendió a tratarlos, veía que era crucial reconocer pronto los síntomas de la enfermedad para que el paciente tuviera la oportunidad de curarse. Fue esta experiencia la que facilitó el inicio de una transformación en la vida de Guido: en contacto con la angustia y la desesperación, se dio cuenta de que muchos enfermos experimentaban una profunda sequedad espiritual y necesitaban cuidados no sólo físicos, sino también espirituales. Tras graduarse, decidió especializarse en medicina clínica y para ello solicitó el ingreso en la Santa Casa de Misericordia, fundada por el español san José de Anchieta, una institución de asistencia sanitaria propiedad de la Hermandad de Nuestra Señora de la Misericordia y Santa Isabel de Río de Janeiro.
Siguiendo el ejemplo de su madre, que asistía a reuniones de grupos carismáticos, Guido empezó a asistir a las del grupo “Canção Nova”, que se convirtieron en fundamentales para su crecimiento espiritual. Fue uno de los fundadores del grupo de oración “Fogo do Espírito Santo”, en la parroquia Nossa Senhora da Paz, en Ipanema, destinado a acoger a jóvenes. Gracias a esta experiencia, aumentó en él el espíritu de oración y comenzó el estudio sistemático de la Sagrada Escritura.
Sus compañeros en varias ocasiones pudieron comprobar cómo Guido vivía de acuerdo con lo que creía, ejerciendo la justicia y la caridad. Además, cuando se le acercaron algunos responsables del ministerio de Sanidad, que quedaron impresionados por el amor con el que se acercaba a los pacientes, empezó a trabajar con ellos. Cuando imaginaba su futuro, se veía a sí mismo casado (por aquel entonces, estaba prometido) y enfrascado en una carrera médica. En su tiempo libre, le encantaba cabalgar las olas con su tabla de surf, aprovechando para acercarse a los jóvenes y hablarles de Jesús. Estando con ellos, el joven nunca se dejaba llevar por ningún vicio, como han recordado los que compartieron con él estos momentos de deporte, es más, les solía invitar a hacer una oración antes de lanzarse a las olas, y ellos rezaban con él pues su personalidad alegre y amable les atraía.
A finales de octubre de 1997 realizó un viaje a Roma, junto con sus padres y el arzobispo de Río, monseñor Eugenio Cardeal Sales, para agradecer al Santo Padre el Encuentro Mundial de las Familias que se había celebrado en Río de Janeiro entre el 2 y el 6 de octubre de 1997. En aquella época, Guido, que estaba haciendo discernimiento vocacional, quedó fascinado por la figura de Juan Pablo II y le confesó a un amigo: “El Papa me miró a los ojos y sentí algo diferente dentro de mí”.
Preocupación por los pobres
En 1999, comenzó su aprendizaje en las Enfermerías 4ª y 20ª de la Santa Casa de Misericordia. Un día, mientras asistía a un retiro espiritual en la comunidad de Canção Nova, oyó a un sacerdote comentar un pasaje del libro de Tobías (Tb 4, 7): “No apartes la mirada de ningún pobre, y Dios no la apartará de ti”. Impresionado por aquella expresión bíblica, se dio cuenta de la poca consideración que había prestado a los pobres en su práctica médica y formuló una invocación: “Jesús, ayúdame a ocuparme de los pobres”.
Una semana después, conoció a las misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta y se unió a ellas en su atención a los pobres de la calle, ayudado por amigos del grupo de oración y colegas de la Santa Casa. Una de las misioneras, la Hermana Caritas, explica: “Su única preocupación era salvar almas. Llevar a todos a un encuentro personal con Cristo. Para ello no escatimaba esfuerzos. De hecho, todo su diálogo era con Él y dirigido a Él. No perdía ocasión de anunciarle, ya fuera con palabras o con su propio ejemplo”.
Durante aquellos años colaboró asiduamente con las misioneras de la Caridad, haciendo apostolado en las calles de la ciudad y atendiendo principalmente a enfermos de VIH. De hecho, a través de su ejemplo muchos otros médicos comenzaron a participar en la labor de las hermanas, ayudando a los pobres en las calles de Río de Janeiro.
1999 fue un año de gracia para Guido. En su biografía, el padre Neves Pereira da Silva escribe que un día el joven médico llegó a casa, se puso a estudiar un manual de medicina y oyó una voz interior que le decía: “Cierra el libro de medicina y lee la vida de san Francisco”. Obedeció y se sumergió en la lectura del libro del padre Ignacio Larrañaga “El hermano de Asís”. A partir de ese momento, decidió seguir el ejemplo de Francisco de Asís y se convirtió en un devoto suyo.
Un episodio similar ocurrió el 13 de noviembre de 2000, a las 15 horas, cuando Guido sintió en su interior esta admonición: “Ahora cierra el libro y reza”. Se arrodilló, rezó y oyó la misma voz que le decía: “Levántate y serás sacerdote de mi Iglesia”. Para conocer la naturaleza de estas voces interiores, es esencial tener en cuenta primero la innegable madurez psicológica y el equilibrio humano de Guido; además, la opinión de los que le conocieron afirma un cierto espíritu contemplativo en él como característica fundamental de su espiritualidad. De hecho, aunque era un joven comprometido con el trabajo social y la caridad, en la raíz de su comportamiento estaba la oración y la adoración eucarística.
Ser sacerdote
En el año 2000 se celebró el Gran Jubileo y, en marzo de ese año Guido hizo un segundo viaje a Roma con su familia para asistir a la ceremonia de canonización de los mártires brasileños de Rio Grande do Norte o “mártires de Cunhaú y Uraçu”. Antes de regresar a Brasil hicieron una larga peregrinación con paradas en Asís, Cascia, Montecassino en Italia, el santuario de la Medalla Milagrosa en la Rue du Bac en París, el santuario de Santa Margarita María Alacoque en Parayle-Monial y Lourdes en Francia, y finalmente fueron durante una semana a Fátima en Portugal. Fue en Fátima donde Guido comunicó a sus padres su decisión de ser sacerdote. Tras un tiempo de perplejidad por la sorpresa, sus padres, aconsejados por Mons. Romer, aceptaron la elección de su hijo.
El 21 de junio de 2001, Guido se especializó en Medicina Interna y comenzó a trabajar como médico, sin dejar de participar en las actividades de las Misioneras de la Caridad y en grupos de oración. La gente veía en él algo especial: su actitud de entrega a los demás y en particular a los pobres, su cuidado material y espiritual de los enfermos y su continuo vivir en la presencia de Dios son algunos de los rasgos evidentes de su personalidad. Uno de sus amigos explica que Guido “era como una escuela de amor. Cada vez que se encontraba con un caso más grave por la calle, recurría a la Santa Casa y procedía a la hospitalización. Para él, el pobre era Cristo enfermo, necesitado de cuidados”.
El año 2001 supuso un punto de inflexión: guiado en su discernimiento espiritual por algunos sacerdotes y por el obispo auxiliar de Río, Karl Josef Romer, decidió comenzar a dar los pasos necesarios para hacerse sacerdote, motivo por el cual rompió la relación sentimental que mantenía desde hacía tiempo con Patrícia Gobbi, miembro de su mismo grupo de oración. Guido sufrió la separación porque amaba a su novia, pero ella ya sabía que se estaba produciendo un cambio en su alma y en diciembre de aquel año le escribió una carta en la que mostraba su total adhesión a la voluntad de Dios y lo liberaba de cualquier sentimiento de culpa por lo ocurrido.
Comunidad carismática
En 2002, participó en la JMJ de Toronto e inició un curso de filosofía en el monasterio benedictino de São Bento, en Río de Janeiro. Fue entonces cuando Guido pensó en fundar una comunidad carismática siguiendo el modelo de Canção Nova. La comunidad se pondría bajo la protección de la Virgen María y se llamaría Mãe do Puro Amor. En 2004 obtuvo la licencia en filosofía. Mientras estudiaba, siguió ejerciendo la medicina: en 2005, se quedó en Queluz, como voluntario en la clínica Padre Pío, en Cachoeira Paulista.
Durante ese tiempo, animó el grupo de oración Obra Nova y dio catequesis a través de la radio local. Este camino terminó con su participación en la JMJ de Colonia (2006), que contó con la presencia del recién elegido Benedicto XVI. De regreso a Río de Janeiro, con la intención de reanudar su formación, se matriculó en la Facultad de Teología del monasterio de São Bento, donde antes había estudiado Filosofía. En 2008 entró por fin en el seminario de Rio de Janeiro, con los estudios filosóficos y teológicos ya realizados.
Guido vivió el período del seminario como un tiempo de gracia, pero al mismo tiempo no faltaron pruebas tanto en su relación con algunos de sus compañeros de seminario como en la elección del año de su ordenación sacerdotal. Desgraciadamente, su deseo de ser sacerdote no se hizo realidad, ya que como hemos dicho el 1 de mayo de 2009, mientras practicaba surf con su hermano Maurício y unos conocidos –con quien había coincidido en vísperas de la boda de un amigo común, Eugenio– en la playa de Recreio dos Bandeirantes, en Copacabana, una ola le hizo caer de la tabla y estrellarse desastrosamente contra la cabeza, lo que le hizo perder el conocimiento y morir ahogado, tenía 34 años.
El funeral tuvo lugar al día siguiente en la iglesia de Nossa Senhora de Copacabana. A la celebración asistieron 70 sacerdotes, fue presidida por el arzobispo de Río de Janeiro, monseñor Orani João Tempesta, y concelebrada por los obispos auxiliares. Entre el público se encontraban diversos representantes de los benedictinos, de las Misioneras de la Caridad, de los franciscanos, así como amigos y muchos otros que habían escuchado sus catequesis y rezado con él. Se calcula que unas 1.700 personas estuvieron presentes en total. Al final del rito, cuando se cerró el ataúd, monseñor Tempesta colocó sobre él una estola roja, como si el Guido hubiera sido ya ordenado sacerdote.
Había llevado una vida lineal, sin episodios llamativos y, sin embargo, muchas personas que lo conocieron y frecuentaron estaban convencidas de la santidad de su vida, porque podían admirar su fe clara, su constancia en la oración, su empeño en la animación espiritual de los grupos, su cordialidad sincera con todos, su generosidad extraordinaria, su caridad hacia los más abandonados.
Proceso de beatificación
La trágica circunstancia de su muerte no apagó la esperanza en los corazones de las personas que le conocieron, que comenzaron a dar a conocer su figura, a visitar su tumba y a pedir su intercesión. Fue enterrado en el cementerio de São João Batista. Su fama de santidad se extendió hasta tal punto que el 17 de enero de 2015 se abrió el proceso de beatificación y canonización. Con motivo de la apertura del proceso, sus restos mortales fueron exhumados y trasladados a la Basílica de Nossa Senhora da Paz, en Ipanema, Río de Janeiro, donde aún reposan.
Algunos lo querrán presentar como un seminarista ejemplar, pensando que así se realza su figura -y realmente lo fue- pero en realidad su etapa en el seminario fue muy breve, prácticamente un año, mientras que fue más larga su vida como joven estudiante y después profesional de la medicina. Yo, sin dejar de ver la importancia de su último año de vida, no dejo de impresionarme por el joven médico generoso, alegre y entregado a los demás, especialmente a los más necesitados, transparente y totalmente abierto a las inspiraciones del Espíritu.