La constitución
202 artículos que ocupan más de un centenar de páginas con la minúscula rúbrica de Francisco en el último folio. Así es la nueva constitución de la Soberana Orden Militar Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta que el papa Francisco ha promulgado el pasado sábado, como bien informó Vida Nueva. En los últimos meses –con algunos fallecidos destacados por el camino– ya se habían filtrado desde los sectores más críticos a esta reforma algunos de los cambios destacadas de una puesta al día impulsada por el pontífice y que espera conseguir que la Orden de Malta sea más allá de una agrupación de aristócratas rancios con pasaporte diplomático que aún tiene que recuperar el liderazgo perdido con la crisis de 2017.
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La aprobación de la constitución ha traído el cese de todos los altos cargos –algunos ya vacantes– para que el próximo Capítulo General, que se reunirá en enero, ya actúe conforme a la nueva norma fundamental. En un breve documento el Papa recordaba –sin citar expresamente a las críticas de los últimos meses– que “se han dado muchos pasos, pero también ha habido impedimentos y dificultades encontrados en el camino” pero que, “tras escuchar y dialogar con varios representantes de la Orden, ha llegado el momento de completar el proceso de renovación iniciado, en fidelidad al carisma original”, algo que el Papa hace “para salvaguardar la unidad y el bien mayor”.
Los más reacios a esta reforma no son los consagrados con votos, a los que se puede decir que la nueva constitución reserva los puestos más estratégicos. La principal cuestión que ha relucido en los medios que han dado voz a esta parte parece ser lo referente a la soberanía de la Orden, especialmente frente al Vaticano. Ahora bien, en la constitución hay otras novedades importantes como el voto de las Damas –y no solo de los Caballeros–, el hecho de que la figura del Gran Maestre no sea vitalicio –el mandato será de un máximo de 10 años o hasta que cumpla 85 años– ni uno de los nobles –aunque sí debe ser elegido de entre quien haya profesado los votos de pobreza, castidad y obediencia–.
La carta
El documento de Francisco destituyendo a los representantes actuales hasta el próximo capítulo ha sido visto por algunos como la respuesta a una carta abierta que vio la luz pública el mes pasado en el que algunos responsables regionales parecían estar muy contrariados por la nueva constitución. Nuevamente las críticas a la reforma no iban sobre la naturaleza espiritual de la orden de caballería o el amplio despliegue humanitario de la institución en determinadas partes del mundo. Parecía pesar más el papel de la Orden como observador antes las Naciones Unidas o las relaciones diplomáticas. En las últimas semanas se han utilizado incluso como arma arrojadiza algunas palabras cordiales de Benedicto XVI, como si al papa alemán le hubiese gustado lidiar con la crisis del reparto de preservativos que originó los movimientos de 2017.
Más allá de las medidas que ha ido implantando el cardenal Silvano Maria Tomasi –sucesor mucho más activo que su predecesor Raymond Leo Burke–, la constitución puede ser una oportunidad para que la Orden de Malta camine más en sintonía con el futuro que espera a las demás instituciones religiosas. O si no que se lo digan al Opus Dei o a las asociaciones laicales como Comunión y Liberación. Por ello es interesante que Francisco haya recordado a la cúpula que fungía hasta esta semana pasada que los papas han intervenido continuamente en las mejoras de los Orden a través de su dilatada historia y que en este proceso no se pueden quejar de no haber sido escuchados distintos estamentos ya que en estos años han sido frecuentes las audiencias –públicas y privadas– a miembros de la Orden de Malta.
Podemos decir que Francisco también lleva los principios de la constitución apostólica ‘Praedicate evangelium’ a toda la Orden y no solo a los caballeros profesos si no a todos los componentes ya que se trata, recordará el Papa, de una “profunda renovación espiritual, moral e institucional”. Algo que, por supuesto, no es fácil ni inmediato.
La reacción oficial
El canadiense John Timothy Dunlap, nombrado por el papa Francisco como teniente del Gran Maestre y jefe del Gobierno Provisional de la Orden el pasado 12 de junio de 2022, ha emitido un comunicado oficial el mismo sábado tras la audiencia matutina. Con fidelidad ha señalado que “la Orden de Malta acoge con satisfacción las acciones paternas de Su Santidad” ya que “en su cuidadosa revisión de las diversas propuestas que se le presentaron estos últimos meses, el Papa ha determinado un camino a seguir que promete garantizar el futuro de la Orden tanto como Instituto Religioso como Entidad Soberana”. Un subrayado interesante.
El fugaz responsable pone en el horizonte “una gobernanza más eficiente y racionalizada de la Orden”, comenzando con un capítulo general que se presenta como clave en para el cambio de mentalidad conforme a la nueva constitución. Algo que se puede traducir, señala, en un relevo en los puestos principales para afrontar “los obstáculos y desafíos actuales”. “La nueva Constitución es un documento cuidadosamente elaborado que habla de la complejidad y la naturaleza de un orden religioso milenario”, advierte a la vez que agradece la “minuciosidad” de quienes han liderado el proceso –en concreto, de Tomasi y el Papa–.
En principio, no hay que dudar que sus palabras sean sinceras. Ahora bien, todavía esperan meses intensos tras los muros del palacio magistras de la Vía dei Condotti y en la villa del Priorato en el Aventino en la que, por mucho que nos asomemos a su curiosa cerradura de la puerta del jardín de los naranjos –el ‘Buco della Serratura’–, no sabremos lo suficiente de los movimientos internos que quedan por hacer.