JUEVES 31. Desayuno en el Foro de la Nueva Comunicación. Giménez Barriocanal como ponente. Examen de Seletividad. Perdón, PAU. Perdón de nuevo, EvAU. Acceso directo. No se le escapa una. Le pregunten por la moción de censura, salida de Colmenarejo de COPE o la auditoría que hará el Tribunal de Cuentas a la Iglesia. “Si nos quiere revisar, no hay problema. Yo lo que quiero es ser fiscalizado por los ciudadanos, por la sociedad en su conjunto, porque es a quienes nos debemos”, asegura. Sobre TRECE, no se queda atrás. “No queremos hacer un medio de centro derecha moderado, eso no me lo han pedido los obispos. Nos han pedido algo parecido a COPE en un ámbito tan difícil como la televisión, porque es dificilísimo y el mercado publicitario está polarizado”.
MARTES 5. Almuerzo con Begoña Villacís en la Peña Cuarto Poder. No defrauda. Y rompe la barrera institucional y corporativa del discurso electoralista. “No me vale el feminismo enlatado, sobre todo porque he trabajado siempre fuera de la política y sé lo que es volver a casa con la sensación de no haber hecho lo suficiente por los míos”, confiesa. Su cercanía hace factible que le lance la pregunta. ¿Eres creyente? “Creo, pero tengo dudas, como todo el mundo”. ¿Y qué te parece este Papa? “La verdad, no lo tengo en mi radar, pero sí percibo que hace mucho para que la Iglesia se abra a la sociedad. Aunque lo importante es que los de abajo se sientan cercanos, como el sacerdote que casó a mi cuñada el sábado en Valdemorillo, nos ganó a todos”.
Por la tarde, camino por la carrera de San Jerónimo, al encuentro de jóvenes cristianos que se mojan en política. No es fácil. Para ninguno de ellos. Sospechosos en sus partidos por llevar una cruz al cuello. Sospechosos en su entorno católico, que les condena por militar en una formación que no cumple cien por cien con la doctrina eclesial. Se interrogan, sueñan contra manera de hacer política. Con posos de Evangelio. Mientras la exministra de Sanidad se sube a su todavía coche oficial y Martínez-Pujalte bromea con ser ministro de la oposición con unos compadres de café. Cada uno a lo suyo.