El comunicado
Tras la cascada de comunicaciones a los periodistas de la Sala de Prensa del Vaticano durante la última hospitalización papal, el 15 de junio nos sorprendía con un escueto comunicado: “Con fecha de 28 de febrero de 2023, su excelencia monseñor Georg Gänswein ha concluido su cargo de prefecto de la Casa Pontificia”. Nótese que no se precisa más que una fecha referida al cargo que ostentaba ejerciendo una especie de excedencia forzada tras el lío formado por el libro firmado por Benedicto XVI como papa emérito y el cardenal Robert Sarah como prefecto emérito.
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El comunicado remataba con una segunda oración: “El Santo Padre ha dispuesto que, el 1 de julio, monseñor Gänswein regrese, de momento, a su diócesis de origen”. Esta Iglesia local es la de Freiburg im Brisgau a la que parece incardinarse como un sacerdote –aunque arzobispo– más y no, claramente, como el prelado residencial. Cuenta Antonio Pelayo en su crónica de esta semana en la revista ‘Vida Nueva’ que el periódico de Múnich ‘Südeutsche Zeitung’ tituló la noticia: “La cumbre de la humillación” mientras informaba que “de momento” el eterno secretario de Ratzinger se instalará en el seminario. El portavoz de la archidiócesis de Friburgo, Marc Mudrak, ha confirmado que estará en un departamento independiente y que se encargarán del sueldo del prelado, que aún no se ha fijado, pero que por lo general es más alto que el que se percibe en el Vaticano. Hay que decir también que la diócesis de la Selva Negra ha acogido repetidamente en estos años algunos de los actos y conferencias en las que se ha podido prodigar Gänswein.
El tranvía
El pasado mes de marzo, Gänswein se subía al tranvía que recorre cada noche de los lunes el programa de la televisión alemana BR –la pública de Baviera– ‘Nachtlinie’ presentado Andreas Bönte. Un espacio de entrevistas que se desarrolla en una línea nocturna de un tranvía de Múnich en la que el presentador y el invitado se mueven por la ciudad durante media hora mientras conversan. Puede que sea quizá una de las últimas entrevistas del secretario personal de Ratzinger, todavía con el libro de memorias de fondo, ya que tras el comunicado aún no se ha prodigado mucho.
Bönte comienza preguntando al invitado cómo se encuentra tras el fallecimiento del Papa emérito y señala que está “dando pasos de cara al futuro que tiene por delante”. En este sentido, señala, que sus encuentros con el papa Francisco –la entrevista se producía casi inmediatamente de la audiencia que tuvieron a final de febrero– este le dijo: “Lo único que te puedo decir es que aún no he tomado una decisión” y añadió que “le gustaría pensarlo un poco y que tras meditarlo ya me diría lo que puedo hacer en el futuro”. De sus encuentros con Francisco destacó que “él es siempre muy afectuoso y paternal conmigo y, a la vez, muy bromista”. “Eso siempre ha sido así, ambos tenemos buena sintonía y, en este sentido, la conversación fue muy beneficiosa para mí, humanamente hablando”, señala sin necesidad de atenuar la verdad.
También el arzobispo explica su labor de albacea y cómo está disponiendo el reparto de las cosas personales de Benedicto XVI y gestionando sobre todo los envíos a Alemania a través de los permisos del Vaticano y las gestiones con la embajada alemana ante el Vaticano. Tras esto, en la entrevista, hablan de la verdad que Gänswein esculpe en la portada de su libro de memorias y se presenta cual Cristo ante Pilatos ofreciendo un testimonio verdadero, la “verdad con mayúsculas” insiste sobre el cardenal Ratzinger y el papa Benedicto al que ha servido frente a distorsiones y prejuicios malintencionados dice que “desde fuera del Vaticano”.
Frente a la oportunidad del momento de publicación del libro –él simplemente asume que fue poco prudente el anuncio editorial y no la propia publicación tan reciente– confirma que el proyecto de estas memorias reivindicativas lo conocía Benedicto desde el mes de octubre. También confirma la excedencia como consecuencia del libro de Sarah –a la vez que da por buena las explicaciones del cardenal guineano, que se contradicen con las suyas–. “Me decepcionó la decisión de Francisco”, confiesa.
Gänswein en la entrevista también señala que hubo quienes buscaron el refugio de Benedicto como arma arrojadiza contra Benedicto y los intentos de éste por evitarlo quedando el secretario en medio de los forofos de una parte y de la otra “Yo estaba oficialmente aquí [como prefecto], pero personalmente allá [atendiendo a Benedicto]”, explica señalando una especie de conflicto interior. Más allá de eso, concluye la entrevista recordando al papa Benedicto como alguien que “por encima de todo” buscaba “acercar la fe a la gente, así como la alegría, la sinceridad y la belleza de la fe”.
El futuro
Tras este viaje en transporte público, ahora el arzobispo Gänswein debe afrontar su futuro en Alemania. Despejada la posibilidad de ser titular en alguna archidiócesis de renombre (en Italia o en Alemania), la vuelta efectiva a la prefectura de la Casa Pontificia –aunque el piso habitual del prefecto esté ocupado– o el retiro tranquilo dentro de los muros vaticanos; solo queda esperar movimientos. Por mucho que defienda sus actos, ciertamente su forma de establecer sus lealtades personales no le sitúan en buen lugar ante determinadas aspiraciones que pudiera tener.
Ser el albacea, en líneas generales, implica llevar a cumplimiento las voluntades del difunto que ha dejado un testamento. No hemos conocido la literalidad del testamento material de Benedicto XVI, pero sí nos ha dejado un testamento espiritual. Un mensaje que, leído en clave personal, puede ayudar al arzobispo Gänswein en su nueva etapa. Palabra de maestro. Así el secretario podrá recorrer con cierta serenidad el camino de la humillación a la humildad. Puede que incluso sea parte de la herencia recibida. Mientras las archidiócesis alemanas de Paderborn y Bamberg esperan un nuevo arzobispo.