JUEVES
Telecinco. ‘Mi casa es la tuya’. Conversación entre Bertín Osborne y la presidenta de la Comunidad de Madrid. Entre palmeritas de Morata y proclamas de partido, Díaz Ayuso confiesa su reciente conversión. “Dejé la religión a los nueve años porque entendía que limitaba mi libertad. Pero ahora he recuperado la fe tras la primera oleada de la pandemia, a raíz de las misas a las que asistí y, sobre todo, al encontrarme a tanta gente que me ha dicho que reza por mí”. Es cierto que nació de la política popular celebrar el primer funeral en La Almudena. Y me consta que estuvo encima de su equipo para que hicieran un llamamiento a las comunidades religiosas femeninas, en el peor pico de la pandemia, para que fueran a los hospitales y no se quedaran en casa por miedo a pensar que les estaban quitando el oxígeno a otros.
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DOMINGO
Parroquia del Santo Cristo de las Victorias. Misa de acción de gracias por el beato José Gregorio. En el altar, los cardenales Porras y Osoro. En los bancos, lágrimas. Muchas lágrimas. Por el médico venezolano de los pobres. Pero también por estar fuera de casa y recibir la visita de alguien de allá. La segunda lectura se clava. No sé si como un puñal o como una invitación a la esperanza. “Estamos, pues, llenos de confianza y preferimos salir de este cuerpo para vivir con el Señor. Por eso procuramos agradarle, en el destierro o en la patria”.
El arzobispo de Mérida y también arzobispo de Caracas –aunque Maduro se resista– lo aclara en su homilía: “Que no desaparezca nunca la alegría y la esperanza, porque no hay mal que cien años dure”. Y adosada, una lección para quienes ven en la secularización y los agnósticos una amenaza: “La santidad de José Gregorio se hizo viral porque los primeros testimonios reveladores tras su muerte no fueron de creyentes, sino de un médico y un escritor que vieron mucho más que los propios cristianos”.
LUNES
No sé si me preocupa más el desvarío del sacerdote canario o que no sea el único con alba que lo piensa.
MARTES
Malmeter. O mejor, cizañear, que es más evangélico. Verbo que se ejerce más de lo deseable en el entorno de Bailén. Quienes experimentaron misericordia la devuelven en forma de rumores. Como pensar que el Papa quiere recolocar al cardenal en Roma para que esquive el temporal. O dejar caer que se busca una jubilación inmediata. El tiempo da o quita la razón. Pero con sembrar más sospechas todavía hoy, hay a quien le vale.
