¿Hay que conmemorar cualquier efemérides?


Compartir

Españoles, Franco vive. Al menos así parece empeñado el Gobierno en hacérnoslo creer con ese centenar de actos previstos para conmemorar el “hecho biológico” del Generalísimo, como se decía hace cincuenta años. Va a estar más presente en nuestras vidas que lo estaba en el NO-DO. No recuerdo yo semejante alarde celebrativo con figuras como Hitler, Stalin, Mussolini o Ceaucescu, por ejemplo, aunque puede que me equivoque. Pero 2025 también será motivo de memoria de otros acontecimientos.



Así, este año recién empezado será motivo para recordar y conmemorar los 1.700 años del Concilio de Nicea, cuya huella la tenemos presente cada domingo cuando se reza el Credo en la eucaristía (a no ser que el Credo que se recite sea otro algo más breve o menos desarrollado, conocido como Credo apostólico).

Por eso, libros como el de Alberto de Mingo, ‘El Credo de Nicea explicado con sencillez’ (Salamanca, Sígueme, 2024), que no hace mucho que ha visto la luz, resultan de gran utilidad, porque, tal como figura en el título, en él se explica el contenido de ese texto que recitamos o rezamos todos los domingos y que supone una síntesis de nuestra fe.

Funeral Francisco Franco Plaza De Oriente

Quizá lo más llamativo del libro es que se estructura en tres partes (más una que abre el libro, que se ocupa del creer): las dedicadas a las tres Personas de la Trinidad. Y es que, en realidad, el Credo solo tiene tres artículos (aunque en él digamos “creer” en otras cosas): aquellos que se refieren al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Por eso la primera parte del libro de Alberto de Mingo se abre oportunamente con una referencia a la primera palabra del Credo: “Creo”. La conclusión se podría resumir con una ingeniosa frase –y que tiene mucha enjundia– de José Ignacio González Faus de hace ya algún tiempo: “Creer solo se puede en Dios, y en Dios solo se puede creer”.

Creo en la Iglesia

Por esa razón, en las formulaciones griega y latina del Credo solo se dice, respectivamente, ‘pisteuo eis’ o ‘credo in’ en referencia a Dios Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. En el caso de la Iglesia se dice ‘pisteuo en’ y ‘[credo] Ecclesiam’. En español, cuando decimos “Creo en la Iglesia”, lo que en realidad estamos diciendo es “Creo eclesialmente o dentro de la Iglesia”; es decir, la Iglesia (así como el bautismo, el perdón de los pecados, la resurrección de los muertos o la vida del mundo futuro) no es el “objeto” o el término de la fe –como el Padre, el Hijo y el Espíritu–, sino el modo de la creencia.

La conmemoración del Concilio de Nicea es una buena ocasión para profundizar en nuestra fe y tratar de explicárnosla a nosotros mismos, una tarea que debe ser permanente. No sé si la conmemoración de la muerte de Franco lo es tanto o es más bien una cortina de humo.