¿Hay que poner la otra mejilla?


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El 24 de marzo pasado, con motivo de la alocución a las participantes en el encuentro promovido desde el Centro Femenino Italiano con motivo del 31º Congreso Nacional Electivo, celebrado en Roma, el papa Francisco aludió a la trágica situación de Ucrania, afirmando: “¡Es una locura! La verdadera respuesta no son más armas, más sanciones o más alianzas político-militares, sino un enfoque diferente, una forma diferente de gobernar el mundo ahora globalizado y no ‘enseñando los dientes’, como ahora”.



Parece evidente que esta postura está en línea con lo que leemos en el evangelio: “Habéis oído que se dijo: ‘Ojo por ojo, diente por diente’. Pero yo os digo: no hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra” (Mt 5,38-39). Este texto evangélico, junto con los otros dos casos que se mencionan a continuación: dar el manto a quien te pide la túnica y caminar dos millas al que te exige andar una, se suele interpretar como una propuesta de abandonar o romper el esquema del honor y la vergüenza, omnipresente en el esquema de valores en que vivió Jesús, típico del mundo mediterráneo.

¿Cómo ser “no violento” ante una acción tan inhumana?

Es muy probable que ese sea el camino que hay que seguir o el ideal al que hay que tender. El problema es que aplicarlo a la situación concreta de Ucrania, un país invadido por otro, además con una desproporción extraordinaria en armamento y medios, no es resulta nada fácil. ¿Cómo se puede pedir a los ucranianos que no se defiendan u oponerse a facilitarles armas y otros medios cuando cada día, en los informativos, somos testigos mudos, con el corazón encogido, de la brutal devastación –humana y material– que está llevando a cabo el ejército ruso? ¿Cómo ser “no violento” ante una acción tan inhumana –tan irracional– como la que está realizando Vladímir Putin en Ucrania?

Ucrania_opi Scaled

En una sociedad tan “pacifista” como la nuestra, mucho se ha denostado el dicho latino –cuya paternidad hay que atribuir a Flavio Vegecio Renato– ‘si vis pacem, para bellum’, “si quieres la paz, prepara la guerra”. Sin embargo, hay que reconocer que la doctrina de la disuasión no resulta tan mala cuando de lo que se trata es de parar los pies a los abusones antes de que se pongan en marcha. Al menos a mí me lo parece.