¿Hay que predicar con el ejemplo?


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Las medidas tomadas por el Gobierno para el ahorro de energía han levantado una gran polvareda. Uno de los elementos que ha salido a la palestra es el del ejemplo. Así, verbigracia, se ha criticado que, mientras a unos se les exige aquilatar la temperatura de los comercios o apagar las luces de los escaparates a determinada hora, el propio Gobierno no hace nada para ahorrar: ni disminuyen ministerios, ni asesores, y el presidente de Gobierno sigue utilizando el helicóptero Superpuma o el avión Falcon como si no hubiera mañana.



La mejor enseñanza

A este respecto, la Biblia proporciona abundantes ejemplos de la enseñanza a través del ejemplo. Sin ir más lejos: “Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,14-16).

San Pablo –o el autor de la carta atribuida a él– se presenta él mismo como ejemplo para los fieles cristianos: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, y yo soy el primero; pero por eso precisamente se compadeció de mí: para que yo fuese el primero en el que Cristo Jesús mostrase toda su paciencia y para que me convirtiera en un modelo de los que han de creer en él y tener vida eterna” (1 Tim 1,15-16). Por el mismo camino va la recomendación que se da Timoteo, probablemente al servicio de la Iglesia de Éfeso. “Que nadie te menosprecie por tu juventud; sé, en cambio, un modelo para los fieles en la palabra, la conducta, el amor, la fe, la pureza” (1 Tim 4,12).

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Y Pablo –esta vez indudablemente– habla así a los judaizantes de la comunidad cristiana de Roma: “Pues bien, tú que enseñas a otros, ¿no te enseñas a ti mismo?; tú que predicas no robar, ¿robas tú mismo?; tú que dices: ‘No cometer adulterio’, ¿cometes tú mismo adulterio?; tú, que te glorías en la Ley, al transgredir la Ley deshonras a Dios” (Rom 2,21-23).

“Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”, decía Séneca. Y Einstein: “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única manera”. Poco más se puede añadir.