La cita
Esta mañana el cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin recibe en el Vaticano a la vicepresidenta del Gobierno Carmen Calvo. Un encuentro que viene precedido por la confirmación oficial, el pasado viernes, de que María del Carmen de la Peña será la nueva embajadora de España ante la Santa Sede.
La agenda informativa de los primeros meses de la presidencia de Sánchez ha tocado temas tan explícitos como la eutanasia, la clase de religión y una pretendida reforma educativa, las inmatriculaciones o la pertinencia –o impertinencia– de la tumba de Franco en la abadía del Valle de los Caídos o en cualquier otro templo –o camposanto– católico de relevancia.
Con estos precedentes no es de extrañar que la portavoz del Gobierno, Isabel Celaá, en la rueda de prensa posterior al último Consejo de Ministros señalase que en el encuentro de hoy haya “un largo listado de cuestiones” sobre los que sentarse a hablar. Y yendo más allá de la actualidad informativa recordaba que “no sólo está el tema de la exhumación de Franco y el traslado de los restos de Franco, sino otro largo listado de cuestiones que mantienen las relaciones Iglesia-Estado, como las inmatriculaciones”. Aunque el interés de la portavoz y de los periodistas presentes en la rueda de prensa en Sevilla parecía centrarse en el tema de la sepultura del dictador.
Sin embargo, la propia vicepresidenta en una entrevista en Onda Cero no ha descartado el tema de los restos de Franco –subrayando que el Gobierno ha hecho su parte y que éste “no puede ir más allá”– pero ha insistido que hay “muchos temas pendientes del Estado español y la Santa Sede”. En este sentido, también se refería al traslado a la cripta de la Almudena poniendo esa decisión en manos de su familia.
Atendiendo a todos esos asuntos pendientes más allá de la última polémica mediática parece ser que el PSOE tradicionalmente anuncia la revisión de los acuerdos parciales… “No hay un solo gobierno que no haya abierto también el espacio de comentario de las cuestiones comunes con la Santa Sede”, le confesaba a Carlos Alsina sin precisar mucho más y señalando que la diplomacia vaticana ha sido “muy rápida” a la hora de responder a esta petición de reunión.
Las promesas
Pedro Sánchez, en sus campañas políticas o en estos 17 meses de gobierno, ha hecho repetidas veces algunos anuncios sobre los temas comunes entre el Vaticano y el estado. Más allá de la renuncia a la biblia y el crucifijo en su toma de posesión, el presidente ha prometido abiertamente que “denunciaría” los Acuerdos con la Santa Sede. Aunque desde su nuevo papel institucional ha matizado que la modificación debe hacerse desde el acuerdo.
El programa socialista de la legislatura pretendía reforzar la laicidad del Estado dado pasos en la autofinanciación de la Iglesia, el uso institucional de símbolos religiosos en las ceremonias o en los diferentes organismos… Algo que sería objeto de una Ley de libertad religiosa, como ya prometió en su momento José Luis Rodríguez Zapatero.
También entonces la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega y el cardenal Bertone hablaron de la cuestión y ofrecieron su simpatía en 2009 tras la reforma del aborto. Precisamente la socialista reclamaba recientemente esta “nueva ley integral de libertad religiosa” en el Congreso ‘Iglesia y Democracia’ de la Fundación Pablo VI. En este Foro, la actual presidente del Consejo de Estado señaló: “Comparto plenamente con el Papa la idea de que el Estado debe ser laico”, que recordó como “la libertad religiosa pertenece al ámbito privado, otra cosa es que la Iglesia contribuya a la cohesión social, que es lo que hace el artículo 16 de nuestra Constitución”.
Y es que, para ella, “querer a estas horas eliminar a la Iglesia y la presencia de lo sagrado, sería querer acabar con un tercio de la población. Tenemos que aprender a convivir respetándonos y hasta estimándonos en aquello que somos diferentes. Nos conocemos poco, nos hemos juzgado, criticado y condenado demasiado. Tenemos que hacer un acto de aceptación mutuo de lo diferente”. Recomendación que Calvo puede llevar entre sus apuntes para la recepción en el Palacio Apostólico.
El diálogo
Frente a estos gestos de acercamiento, y otros como la recepción en Moncloa del presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Ricardo Blázquez –hecha en la más absoluta discreción–, los socios políticos que han apoyado la candidatura de Sánchez a la presidencia no ayudan a la serenidad en este diálogo institucional. No sé si las presiones o las propias insistencias del Ejecutivo dejarán espacio a acuerdos de altura en materias tan fundamentales como la educación, la gestión del patrimonio inmobiliario, la consideración fiscal de la tarea humana que prestan a la sociedad las diferentes confesiones religiosas, la incidencia política de los católicos…
La fragilidad parlamentaria parecen estimular un escenario nada optimista en el que consolidar los prejuicios anticlericales que vuelven a traslucir en medios solventes que parecían entender que algo estaba cambiando en la Iglesia. Ante esto reconforta ver la autocrítica que hace el eurodiputado socialista Ramón Jauregui, en la IV Convención de Cristianos Socialistas, al reconocer sin rodeos que “en el partido no hemos sido capaces de entender que el socialismo puede nutrirse del cristianismo”.