La solidaridad tiene un horizonte utópico que orienta la actuación solidaria hacia la construcción de una sociedad mejor. Es lo que Francisco denomina utopía del bien, esa búsqueda de un mundo mejor, de la construcción de una sociedad que esté organizada sobre parámetros de bondad, un orden social más justo y más solidario.
La solidaridad quiere reducir en lo posible las asimetrías injustas y evitables de la vida, es decir, aquellas desigualdades que son producidas por la organización humana, por las estructuras existentes o por las actitudes de las personas.
Cuando las desigualdades son injustas pero inevitables, porque no han sido causadas por la acción de las personas sino que son consecuencias de la propia naturaleza, de accidentes o de otras circunstancias no previsibles o evitables por las personas (una enfermedad, un desastre natural, etc.) la solidaridad actúa teniendo en cuenta esta situación y dando preferencia a los últimos, atendiendo sus problemas y su situación injusta.
Esto hace que, aunque no sea posible evitar la injusticia y no esté en manos de las personas afectadas o de sus acompañantes solucionar sus consecuencias, la solidaridad genera compasión, acompañamiento, cariño… De modo que una situación desigual injusta e inevitable acaba siendo el fermento para que surja una situación de amor. La solidaridad provoca que florezca la esperanza y la bondad en situaciones en las que aparentemente no pueden surgir estos fenómenos.
Por último, la solidaridad aporta el elemento compasivo a la justicia. Ante una visión en la que cada uno tiene lo que se merece, la solidaridad tiene la capacidad de transformar el entorno en el que nos encontramos a favor de los más débiles. En lugar de buscar un planteamiento corporativista y de competencia en el que se defienden los intereses propios o de mi grupo en contra de los de otros, busca un mundo de colaboración, en el que las soluciones a las cuestiones sociales intenten favorecer a aquellos que parten de posiciones más desfavorables.
La solidaridad busca transformar la realidad para lograr que la compasión se convierta en misericordia, es decir, en poner el corazón (cordia) en los más pobres (miseri). La solidaridad a través del elemento compasivo que se convierte en misericordia logra complementar a la justicia ya que inclina la sociedad hacia aquellos que tienen una posición más débil.