Las buenas costumbres, la educación y hasta el respeto, son valores que se están perdiendo, actualmente las nuevas generaciones defendiendo su libertad y practicidad se están alejando de todo aquello que en su momento fue parte importante de nuestra formación.
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El uso del lenguaje se ha desvirtuado entre los jóvenes a tal grado que no se pueden expresar sin usar palabras altisonantes, parece ser una tendencia, mujeres, hombres y hasta niños ya las emplean como forma aceptada de comunicación. Estamos frente a una nueva ola en la que ciertas formas causan molestia en algunas personas y quienes las hacen, ni siquiera las entienden como algo incorrecto. Sin duda, estas actitudes, nos están llevando como humanidad a una nueva forma de ser y vivir en sociedad hacia una decadencia.
No pretendo criticar a las nuevas generaciones, aunque no esté de acuerdo con sus formas, les ofrezco siempre mi sincero respeto, lo que deseo expresar es que, en este momento de nuestra historia, la mayoría nos está conduciendo a una decadencia, esto es la antesala de un nuevo regreso a las costumbres que se han perdido.
Estoy seguro que muchos de nosotros hemos escuchado y visto la forma en que una gran cantidad de jóvenes se expresan y cómo se comportan, en ocasiones pensamos que esa manera de ser es por una falta de educación o por desconocimiento de ciertas normas sociales, para ser sincero, creo que ni siquiera les interesa, no saben hablar bien, tampoco han leído un libro completo, no encuentran la importancia en el aprendizaje y sus gustos musicales no van más allá del reguetón.
Una generación aislada
Sin generalizar a esta parte de la población, también están aquellos jóvenes que saben expresarse de manera correcta, son disciplinados, respetan a las personas, buscan mejorar su entorno y se notan los valores con los que han sido educados. Parte de este comportamiento sin duda depende mucho de los padres y otro tanto de una elección personal por seguir las buenas costumbres.
Este es un punto muy importante en cuanto a la espiritualidad, cuando la persona no encuentra un verdadero sentido de su crecimiento espiritual a temprana edad, entonces los esfuerzos pueden no ser fructíferos en los siguientes ciclos. Hablemos con nuestros hijos acerca de la fe, especialmente en etapas tempranas. No hay nada más triste, que ver a un joven en total desconocimiento y alejamiento de una fe que nunca se construyó.
Viven de una manera materialista, poco les satisface y constantemente cambian sus gustos para ser parte de la tendencia, digamos que sus aficiones dependen de las redes sociales, nada más vacío que esto. Se informan por medio de ‘Tik Tok’ y sus temas de conversación versan de acuerdo a lo que está de moda. Una gran parte de esta generación nunca ha leído un periódico físico, no se informan, viven muy lejanos de lo que sucede en su entorno, ya no hablemos de leer un versículo en la Biblia.
Se trata de una generación aislada, algo que les caracteriza es su falta de interés y la ausencia de sueños, no buscan algo en particular. Como ya lo mencioné, no todos, pero sí una gran parte de ellos, quienes basan sus gustos en lo que está de moda y en aquello que ofrece una recompensa inmediata. Por ello las buenas costumbres y la educación no están en sus intereses ¿Para qué esforzarse? ¿Qué sentido tendría hacerlo si muy pocos lo valorarían? Tal vez estamos viviendo la decadencia de una generación, que dará paso a una nueva, diferente y con nuevos retos. Impulsemos a los jóvenes que sí creen, esperan y confían. Oremos por los que no.