Hoy no son pocas las personas que han agregado un nuevo miedo a la lista que ya poseen, cargando su psique con más angustia y ansiedad. La inteligencia artificial (IA) se ha erigido como una nueva amenaza que nos puede controlar o destruir como humanidad. Por eso, es importante discernir, desmitificar ciertas creencias y saber en qué estamos en la actualidad.
- PODCAST: Matrimonios mixtos, amor con doble bendición
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
La IA es una técnica en la cual las computadoras realizan todo tipo de tareas. Tareas que podrían llamarse cognitivas y que anteriormente solo podían ser realizadas por humanos; por ejemplo, trabajar en datos, y más aún, trabajar en darles sentido, llegando a un punto en que puede ayudarnos a tomar decisiones y tener preferencias.
Dos grandes enfoques
Dentro del campo de IA se pueden definir dos grandes enfoques: uno se centra más en los datos y es el que crea algoritmos para entender esos datos. Lo podemos percibir en redes sociales cuando nos llega información de nuestro interés, ya que hay un algoritmo que acumula y replica las búsquedas que hacemos, en programas para escribir textos, en búsquedas de información, etc. La otra área se centra más en el conocimiento y consiste en analizar cómo entendemos los datos; por lo tanto, requiere un contexto y categorías para ubicar los datos, como los reconocedores de rostros, los identificadores de tejidos humanos, etc.
¿Cuál es el gran cambio? Las máquinas comienzan a hacer cosas que antes solo los humanos podíamos hacer y nos convertía en únicos. Por lo tanto, las primeras interrogantes tienen que ver con nuestra esencia y qué nos hacer realmente humanos. La IA cambiará el modo en que nos relacionamos; cómo nos entendemos a nosotros mismos; a nuestros cuerpos, la salud, cómo educamos, etc. Habrá empleos que desaparecerán y otros nuevos que surgirán. Lo importante es canalizar este cambio para un mundo mejor, y aún estamos a tiempo. No podemos crear la tecnología y dejarla sola sin educar a la gente, ni entrenar a la IA para que sea una herramienta al servicio del ser humano y no un monstruo que nos destruya. Somos seres tecnológicos y debemos reeducarnos.
Peligros
La IA está hoy en todas partes; sin embargo, como decíamos, su alimento base son los datos. El tema es que los datos pueden tener sesgos. Es más, cuando actualmente se escribe la palabra “maestros” en Google, las imágenes que aparecen son mayoritariamente de personas de raza blanca y de un contexto estadounidense. Con ello, no solo se va conformando la realidad de cierta forma y de acuerdo con ciertos intereses, sino que también van quedando excluidas minorías culturales que no se sienten interpretadas por la IA. Las computadoras solo van a leer los datos de acuerdo con los contextos que se les han dado y con ello se puede mal utilizar muchísimo y hacer un daño que no logramos dimensionar. Además, hay un riesgo de que los datos no sean veraces y que con eso se engañe a la población.
El tema de la falta de equidad de género también ya está presente en la IA. Hagan el ejercicio de pedirle a la IA que les escriba sobre los 10 mejores líderes de todos los tiempos y van a ver que en su mayoría son hombres. Y es que los ingenieros que trabajan en esta tecnología en su mayoría son varones (solo un 22% son mujeres) y, cuando ofrecen empleo, arman perfiles para hombres y así se va recreando el círculo vicioso.
Resultados sesgados
Los sistemas de inteligencia artificial dan resultados sesgados. La tecnología de los motores de búsqueda no es neutral, ya que procesa macrodatos y prioriza los resultados con la mayor cantidad de clics dependiendo tanto de las preferencias del usuario como de la ubicación. Por lo tanto, un motor de búsqueda puede convertirse en una cámara de resonancia que mantiene los prejuicios del mundo real y afianza aún más estos prejuicios y estereotipos en línea. Son temas para pensar.
La IA es parte de nuestro ser tecnológico y, por lo tanto, no la debemos demonizar, ni desconocer ni soltar a su propia suerte. Es parte de lo que actualmente somos. Somos seres relacionales y, por ende, no estamos separados de toda esta técnica. Lo relevante es ser consciente de su poder, ponerle límites de protección y ver que en nuestra libertad y responsabilidad se esconden también muchas oportunidades.
Nos incumbe a todos
Sin embargo, uno de los aspectos que no deja de llamar la atención cuando ponemos la IA en perspectiva es que la inmensa mayoría del planeta es inconsciente de esta temática, ignorante de sus riesgos y problemáticas y viviendo en la urgencia de sus necesidades materiales básicas. Es por ello que quienes tenemos más espacio y tiempo para formarnos debemos participar en la discusión ética, filosófica y moral de las consecuencias en nuestra vida de la AI; no solo las compañías que las desarrollan. No podemos dejar que la creación se transforme en un monstruo que devore inocentes cuando ya no haya nada más que hacer. Por lo tanto, no solo hay que hacer la tecnología, hay que introducirla en la sociedad, educarla, entrenarla y formar a las personas en sus límites, alcances para que puedan discernir éticamente.
Como decíamos, somos seres tecnológicos. Por lo tanto, tenemos que educarnos en esto también. No hay tenerle miedo a la IA. Solo podríamos tenerle miedo al hombre y a su irresponsabilidad.
Cómo aterrizamos su buen uso
A veces resulta más cómodo que las grandes organizaciones o empresarios se pongan de acuerdo, pero ya ahora hay cosas que nosotros podemos elegir para actuar éticamente y bien usar esta técnica.
- Partir por casa: discutir en la familia, colegas y con los amigos cómo vamos a ocupar las aplicaciones que crean contenido. ¿Vamos a revelar su fuente? ¿Nos vamos a anticipar en nuestros trabajos, colegios, instituciones etc. a cómo usarlas adecuadamente?
- No falsear la realidad: aunque parezca inocuo, quizás pequeños retoques en nuestras fotos son el comienzo de un juego que se nos puede ir de las manos. Ver hasta dónde y qué nos motiva a “jugar”.
- Cuestionar lo que vemos y recibimos más de una vez: ya no solo son noticias falsas, sino videos, fotografías y audios los que hay que cuestionar si son verídicos, en especial antes de reenviar.
- Informarse y estudiar: hay infinitos textos, blogs y columnas que nos dan cuenta de este debate mundial. Incluso en los diarios es noticia en la actualidad. Que la ignorancia no nos pille mal parados.
Todo lo creado, incluyendo al ser humano y su tecnología, proviene de Dios Padre/Madre, que lo hizo a su imagen y semejanza, pero es en el libre albedrío donde nos podemos ver atrapados por la tentación de ser dioses y malograrlo todo. Lo único que nos puede ayudar es la humildad de sabernos creaturas y el amor encarnado en el servicio a los demás, donde la IA puede ser una gran aliada.