Difícilmente pueda conseguirse en la bibliografía contemporánea una visión tan optimista sobre la comunicación y los medios, como el decreto del Vaticano II, ‘Inter Mirifica’, que este año celebra su 60 aniversario de aprobación.
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Por el contrario, la discusión entre los denominados apocalípticos e integrados sigue teniendo mutaciones sobre la comunicación, los medios, la tecnología y la misma inteligencia artificial, y sin ánimo de demeritar lo que afirman, muchas veces solo se quedan en una crítica condenatoria y negativa.
Si bien es cierto, los medios y plataformas de comunicación actuales no son los mismos que en la década del sesenta del siglo pasado, el decreto ‘Inter Mirifica’ sigue estando vigente, principalmente por su visión positiva sobre el rol que deben jugar estos en sociedades plurales.
Con menos votos, pero no menos importante
El mayor aporte, sin duda alguna, fue esta visión desde una perspectiva distinta de la comunicación y los medios, no como enemigos o detractores, sino como promotores del bien común y de un auténtico desarrollo humano. Si, los medios y la prensa no son parte del problema para la Iglesia, sino corresponsables de la solución de los mismos.
Aunque la votación del decreto marcó un hito histórico, al ser el documento con el mayor número de votos non placet del Concilio, su aprobación es una semilla de cambio en la relación iglesia – medios, la cual sigue siendo un camino permanente para profundizar y recorrer.
La maravillosa responsabilidad compartida, profecía digital
El documento no hace mención de tipos de sistemas políticos, la responsabilidad por condiciones de auténtica libertad de expresión y de información, las presenta desde la autoridad civil, indicando:
«Corresponde, pues, a dicha autoridad, en virtud de su propia función, defender y asegurar la verdadera y justa libertad que la sociedad actual necesita absolutamente para su provecho, sobre todo en lo relativo a la prensa: fomentar la religión, la cultura y las bellas artes» (n.12).
Sin embargo, el asunto no es solo del gobierno, no presenta una postura paternalista. ‘Inter Mirifica’ habla de la corresponsabilidad primaria de los realizadores:
«La principal tarea moral, en cuanto al recto uso de los medios de comunicación social, corresponde a periodistas, escritores, actores, autores, productores, realizadores, exhibidores, distribuidores, vendedores, críticos y a cuantos participan de algún modo en la realización y difusión de las comunicaciones. Resulta absolutamente evidente la gravedad e importancia de su trabajo en las actuales circunstancias de la humanidad, puesto que, informando e incitando, pueden conducir recta o erradamente al género humano» (n. 11).
Luego la audiencia, los receptores, el público, los cuales no son concebidos como una masa anónima a quien persuadir:
«Los destinatarios, sobre todo los más jóvenes, procuren acostumbrarse a la disciplina y a la moderación en el uso de estos medios; pongan, además, empeño en comprender a fondo lo oído, visto o leído; hablen sobre ello con los educadores y expertos y aprendan a emitir un juicio recto» (n. 10)
Importante porque la audiencia es responsable de lo que aparece en los medios, de la información que circula en las redes y de los contenidos virales que se consumen en las plataformas. Al invitar a emitir un juicio recto, el ‘Inter Mirifica’ profetizó la interactividad en los medios e incluso a los prosumidores.
En el tiempo de la buena noticia, la maravillosa noticia
Sin duda alguna, la mayor deuda que aún se mantiene con la ‘Inter Mirifica’ es con relación a los medios de comunicación de la iglesia, en la iglesia, con la iglesia. En materias específicas; la formación de agentes profesionales, un tratamiento diáfano de la información, el acceso abierto y permanente frente a los temas de interés, siempre desde la disposición del diálogo necesario.
Por último, una mención temporal de la relevancia de su aprobación en el mes de diciembre, no solo porque era el momento del cierre de las discusiones de las sesiones del concilio, sino sobre todo, el recuerdo y llamado al anuncio, a la evangelización.
La noticia del ángel a Maria, la noticia del ángel a José, la noticia del ángel a los pastores, la noticia de la estrella a los reyes, en síntesis, el tiempo de la noticia, de la buena noticia, de la más importante noticia, que más allá de la técnica y los medios seguirá marcando el ritmo de la historia, del Dios eterno, buena noticia, que ha entrado en el tiempo.
Si, los medios y las plataformas digitales son maravillosos (mirifica), lo son porque pueden transmitir la novedad maravillosa de la noticia que tanto anhela el corazón de todo hombre y mujer, y pueden tejer relaciones para sociedades distintas y mejores.
Por Rixio Gerardo Portillo R. Profesor e investigador en la Universidad de Monterrey