Invitación del papa Francisco a caminar juntos, orar juntos y trabajar juntos


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Me gusta seguirle la pista al ir y venir del papa Francisco, a sus intervenciones cuidadosamente preparadas y a sus salidas imprevistas. Al mismo tiempo, me gusta compartir algún comentario de esos ires y venires en este blog, al lado de comentarios de mis colegas de vidanuevadigital y del excelente cubrimiento de la noticia que hacen, sobre la marcha, los periodistas.com de esta misma revista.

Esta vez el seguimiento fue a once horas del apretado programa preparado para la que el Papa llamó una peregrinación ecuménica con motivo de conmemorar 70 años del Consejo Ecuménico de las Iglesias, más conocido como Consejo Mundial de Iglesias, que tiene su sede en Ginebra, a donde viajó el pasado jueves 21 de junio.

Pluralismo y diversidad

No hubo en esta ocasión encuentros con multitudes ni recorridos en medio de grandes aglomeraciones como los que acostumbramos ver en otros viajes. Ni era el propósito ni estaban previstos. Hubo, sí, pluralismo religioso representado en dirigentes de iglesias ortodoxas, anglicanas, metodistas, bautistas y luteranas que integran el Consejo Mundial de Iglesias.

Hubo diversidad cultural y racial que alcanzamos a ver gracias a las transmisiones en directo o en diferido. Hubo, también, presencia femenina en la tarima: entre otras, la obispa Mary Ann Svenson y la moderadora del Comité Central, la doctora Agnes Aboum, una anglicana de Kenia. Hubo, como era de esperar, palabras de reconciliación, gestos de reconciliación: al fin y al cabo era un encuentro ecuménico en el que participaban líderes de las Iglesias cristianas con las cuales “es posible superar las divisiones y la distancia, así como los hondos conflictos causados por diferentes tradiciones y creencias”, al decir del Secretario General del Consejo Mundial de Iglesias, reverendo Olav Fyksa Tveit, y porque “la historia nos había llevado a desconfiar los unos de los otros y a distanciarnos”, como expresó Francisco.

“¿Qué podemos hacer juntos?”

Y hubo testimonios de colaboración: por ejemplo, una de las acciones conjuntas de las iglesias cristianas en favor de la justicia y la paz que señaló la moderadora del Comité Central, la doctora Aboum, fue el trabajo realizado en Colombia. También hubo propuestas, como la que hizo Francisco al preguntar a los líderes de las otras iglesias cristianas: “¿Qué podemos hacer juntos?”

Pregunta que representa un cambio significativo respecto a la forma de entender el diálogo ecuménico en la Iglesia Católica, diálogo al que en buena hora se abrieron Juan XXIII y Pablo VI, que fue continuado por Juan Pablo II y en el que Francisco ha demostrado particular interés. Por eso el propósito de este viaje fue “reafirmar el compromiso de la Iglesia Católica con la causa del ecumenismo”, dijo en el encuentro ecuménico realizado en el Centro Ecuménico, donde también recordó a quienes “no se han dejado enredar en los nudos intrincados de las controversias, sino que han encontrado la audacia para mirar más allá y creer en la unidad superando el muro de las sospechas y el miedo”.

Y volviendo a la pregunta de Francisco. Plantea que lo que une, lo que permite superar las divisiones, no son cuestiones doctrinales ni es asunto de autoridad. Lo que une es lo que se pueda hacer juntos por encima de cualquier diferencia. Y esa fue su invitación a “a caminar juntos, orar juntos y trabajar juntos” que, como una constante, repitió en sus intervenciones, comoquiera que este era el tema escogido para este viaje. Una invitación que repitió una y otra vez, y que hizo en forma perentoria: “Ayudémonos a caminar, a rezar y a trabajar juntos”.