Mientras que en la anterior entrada hablábamos de aquellas intervenciones en redes sociales que muestran lo que hace la persona que las crea, o que se centran en mensajes cortos con frases que pretenden mover el corazón del lector o apoyar sus ideas, en esta entrada voy a revisar aquellas entradas que buscan invitar a determinadas actividades y aquellas que regalan pensamientos, sermones o análisis más preparados.
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En primer lugar nos encontramos a aquellos consagrados que utilizan las redes para invitar a quienes les siguen o se topan con ellos a actividades organizadas por ellos, por sus parroquias, movimientos, congregaciones, diócesis, etc. En estos casos, lo primordial es la invitación y la información. La red social se convierte en un medio de difusión, de publicidad, de comunicación. Es una manera de que la gente conozca que se ha organizado un retiro, que se invita a un concierto, a una eucaristía, a las fiestas patronales. Se trata de que haya personas que reciban información sobre aquellas actividades de cariz religioso que pueden ser interesantes para ellas.
Parece que esta manera de comunicarse puede ser interesante para aquello de lo que hablaba Francisco en su alocución a los influentes, es decir, que lo virtual lleve a lo presencial, que sea una manera de que las personas se acerquen a convivir con sus hermanos, a compartir con otros un momento de formación, de oración, de convivencia, de celebración, etc.
Regalar el trabajo
En segundo lugar vamos a hablar de aquellos que regalan su sabiduría, su pensamiento, su trabajo, su estudio. Es decir, aquellos consagrados que dedican un tiempo a comentar la lectura del día, o la lectura dominical, o a comentar actualidad y contemplarla desde una mirada cristiana, o a sugerir y acompañar un momento de oración. Estas intervenciones ya no ser limitan a una simple frase más o menos acertada u ocurrente, sino que provienen de una preparación, de algo pensado y programado. Se pretende regalar a los demás aquello que se ha trabajado previamente, aquello que deriva de años de estudio, de oración y de trabajo que se ven plasmados en comentarios a la palabra, a la actualidad, a aquello que sucede alrededor o en una invitación a la oración o el silencio.
En esas dos actitudes en redes, el centro ya no suele estar en el emisor, sino en el mensaje que se emite, en aquello que se dice o a lo que se invita. En la medida que tanto la invitación como los diversos comentarios sean acertados para acercar a las personas a la misericordia y la ternura del amor de Dios, podemos encontrarnos ante una postura más parecida a la que proclama Francisco como adecuada para la comunicación virtual. El centro de estas entradas ya no está en uno mismo, en exponer lo que se hace o lo que se es o en sus propios sentimientos o estados de ánimos, sino en ofrecer a los demás oportunidades para la fe, para la oración o pensamientos y reflexiones que ayuden a crecer como personas.