Ante el ajetreo electoral de los últimos meses en los que te bombardean sin piedad con propuestas y promesas por cumplir. Ante los ajetreados meses de fin de curso académico en los que te bombardean sin piedad a horas para recuperar lo que no ha dado tiempo durante el curso y exámenes para evaluar si has aprendido algo y eres apto para seguir avanzando. Ante la incertidumbre y tensión que generan las pruebas cercanas de EBAU y una elección de carrera, o ante las dudas que te asaltan si estás acabando la carrera y no sabes qué hacer con tu vida después. Ante estas y muchas más situaciones que nos mecen en determinados tiempos, conviene pararse a contemplar el recorrido para plantear con firmeza lo que viene, y entregarte a lo primero que te motivó para estar donde estás y para hacer lo que haces. Con miedos, pero sin miedo, con incertidumbre, pero con la certidumbre de quien confía en algo que nos supera.
Con sentido
La JEC siempre tiene como horizonte encontrar el sentido a todo lo que haces y descubrir tu vocación desde lo que estudias. Para vivir con sentido conviene no funcionar con el piloto automático permanentemente conectado. Reflexionar sobre personas que nos vamos encontrando, sentimientos que nos configuran y relaciones que nos van construyendo. Quienes tenemos la suerte de contar con un grupo de revisión de vida, además, podemos contrastar este ejercicio con personas que nos quieren y nos conocen.
Con todo esto, tenemos un material elaborado que pretende ayudar en un proceso de reflexión especial a quienes abordan el final de la etapa en la que el estudio y la formación es uno de los ejes fundamentales para ir transitando hacia otra en la que el trabajo y la profesión lo serán cada vez más.
Finalistas
En esos momentos de especial importancia requiere dedicar un tiempo a este análisis personal. En la JEC lo llamamos “proceso de finalistas” y el objetivo es formular una monografía personal que nos ayude a construir el futuro sobre las raíces de lo vivido previamente. No se trata de alimentar la nostalgia por el tiempo pasado o detallar todo lo vivido, sino volver la vista atrás para contemplar el camino recorrido.
En un clima de apertura a Dios, releer esa etapa de la vida que llega a su fin para descubrir la presencia de Dios Padre/Madre que nos ha revelado Jesús y proyectarnos para un futuro con fidelidad a la vocación de cada uno.
Para ello, el proceso consta de 3 partes. Una primera personal en la que, con un material de apoyo, elaboramos la monografía. Un segundo espacio en el que ésta la compartimos con nuestro grupo de vida, con el que hemos vivido nuestra militancia los últimos años, donde el proceso individual se asume como grupal y se acompaña. Por último, a nivel general, organizamos un encuentro con todas las personas “finalistas” para compartir que cerramos una etapa y planteamos claves vitales para la siguiente, en comunidad, algo que la JEC quiere acompañar.
Llegado el momento de relevar los cargos generales del movimiento, con estos procesos meditados entra en juego la posibilidad, en tu nueva etapa, de ofrecer tu vida al servicio del movimiento durante los 3 próximos años. El sábado pasado culminamos el proceso de finalistas de este curso. Vidas compartidas y alumbradas por la compañía y el Evangelio. “Vosotros sois testigos de esto” Lc.24. Ánimo en la siguiente etapa.