José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Joe Biden, maratón con meta volante a los 78


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JUEVES. Presentación del Congreso Católicos y Vida Pública de la Asociación Católica de Propagandistas. Defensa de la vida. Argumentos varios. Antropológicos. Teológicos. Doctrinales. Aunque nada como un libro y una canción, que se cuelan entre los discursos. Alguien recomienda la lectura de Tierra. De Eloy Moreno. Ni obra apologética ni confesional. Pero con los suficientes interrogantes como para cuestionar y cuestionarse. De fondo, Pablo Milanés. “La vida no vale nada”. Quizá Moreno y Milanés, sin saberlo, contribuyan a la causa más que la militancia.



VIERNES. Los obispos preparan su Asamblea Plenaria. Será mixta. Solo 38 en la sala. Los demás, al otro lado de la pantalla. Nadie quiere seguir el ejemplo de los prelados polacos, con un contagio múltiple que ya se ha cobrado un fallecido. Hubo quien planteó que se buscara una casa de ejercicios para que se celebrara a lo ‘Gran Hermano’, pero sin cámaras. En grupo burbuja. Y hubo quien apostilló que, lejos de la sede oficial, se podría perder la confidencialidad. Como si los móviles episcopales no retransmitieran en streaming lo que se aborda en sesión reservada en Añastro…

Presidente de Estados Unidos

SÁBADO. En pleno ‘síndrome de Peter Pan’, entre cuarentañeros que han hecho una limpia de líderes políticos con prejubilaciones anticipadas en exceso, en Estados Unidos se encumbra a Biden. Él, que fue el senador más joven y que, a buen seguro, le auguraban una meteórica carrera, ha corrido una maratón con meta volante a los 78. La experiencia es algo más que un grado. No para todos.

MARTES. Coloquio virtual sobre la nueva biografía de Benedicto XVI. Luis Argüello resume su legado a golpe de tuit: “Extraordinario amor a la Palabra de Dios, a la tradición de la Iglesia y a la liturgia”. Sin olvidar el diálogo fe-razón. Antonio Pelayo se detiene en el hoy: “A los 93 años, no le sostiene una fuerza física, sino espiritual, casi mística”.

MIÉRCOLES. Cuando uno lee y relee el ‘informe McCarrick’, entiende por qué Francisco no se entretiene con minucias. Esto es, destituir a un cardenal porque tiene más afilado el colmillo doctrinal, remover de plaza a un obispo tostón o cuestionar a un curial porque saca brillo a la liturgia con el paño y no con la mopa. Cuando se levanta una alfombra que hace temblar los cimientos papales, lo demás suena a nadería.

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