JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva
“En los últimos tiempos han salido a la carga, arrojándole a la mismísima cara del Papa que más veces habrá hablado de relativismo el que la Iglesia católica se ponga a la misma altura que otras religiones.”
Ni siquiera cuando se reza por ella, parece conocer sosiego la paz. Resulta que ahora, cuando a finales de octubre se cumple el primer cuarto de siglo del Encuentro de Oración por la Paz en Asís, aquella iniciativa que fue saludada como histórica está infestada de relativismo y sincretismo.
Porque histórico fue que un 27 de octubre de 1986, cuando Europa aún estaba divida en bloques y sus gentes separadas por muros, 200 líderes religiosos del mundo se encontrasen en la ciudad de Francisco con el convencimiento de que, en palabras de quien les reunió allí, Juan Pablo II, “necesitamos la oración intensa, humilde y confiada, si queremos que nuestro mundo sea un lugar de paz verdadera y estable”.
Cuarenta gobiernos se adhirieron también a lo que dio en llamarse el Espíritu de Asís, que empapó asimismo a doce movimientos guerrilleros, que depusieron sus hostilidades durante 24 horas. Era, sin duda, uno de los logros más significativos conseguidos nunca a favor de la paz, pero que tuvo, igualmente, sus efectos positivos en el aspecto interreligioso y ecuménico.
Y eso ya no gustó tanto. No osaron decírselo al ahora beato Karol Wojtyla, pero en los últimos tiempos han salido a la carga, arrojándole a la mismísima cara del Papa que más veces habrá hablado de relativismo el que la Iglesia católica se ponga a la misma altura que otras religiones. Es –se dice– otro efecto nefasto del rupturista Concilio Vaticano II.
Curiosamente, hace también 25 años, era noticia en España el arzobispo Marcel Lefebvre. No, el no estaba en Asís. De hecho, él ya era contrario a aquel “gesto ecuménico” y –él sí– se atrevía a decirle al Papa que, de seguir aquel camino que le llevaba a rezar poco menos que con chamanes, tendría que hacerse cismático. Lefebvre, suspendido a divinis, estaba en Madrid, cuyo Arzobispado acogió su visita pastoral a sus adeptos con una nota no muy fraternal.
Hoy, sus seguidores siguen pensando lo mismo que él sobre esta cita interreligiosa, aunque su situación en la Iglesia no sea la misma que entonces. Hoy, 25 años después, en algunas cuestiones, se ha impuesto más el espíritu tradicionalista de Lefebvre que el del Poverello de Asís.
En el nº 2.771 de Vida Nueva.