“Es tarde, pero es nuestra hora”. Decía Pedro Casaldáliga. Hora de “alcanzar los recónditos espacios esenciales para, serenamente intentar hallar respuestas”, dice Federico Mayor Zaragoza. Hora de no descansar y de procurar descanso a los demás, como oraba Mahatma Ghandi, la mañana del día en que fue asesinado. Porque “lo nuestro es pasar”, pero no de cualquier manera, sino “haciendo caminos”, como decía Antonio Machado.
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El Kairós actual nos urge a vivir una nueva ética del tiempo para construirnos “con los otros”, “para los otros” y “desde los otros”. Para ello contamos con voces inspiradoras y ejemplos que nos señalan el camino, pero son nuestras huellas el camino…
No regatear pasión
Es la hora de no regatear pasión. De no reservar lugares tranquilos en nuestro mundo, de apostar por lo aparentemente baldío, de sacudirse los privilegios y poner la dignidad y los derechos de la persona en el centro. Hora de dedicar tiempos exquisitos de nuestro mejor yo para estar codo con codo con quien sabemos que nos necesita, aunque no lo diga, aunque lo diga muy bajito.
Ahora que las voces están moduladas por mascarillas que tapan parte de la cara, que no es posible abrazar, ni tocar, ni acariciar ni besar, que la distancia física se impone entre las personas y les hace retraerse. Ahora que se corre el peligro de dejar que la mascarilla y la distancia hagan callo en las emociones, sigue siendo Kairós.