‘Annunciation House’ surgió cuando un grupo de jóvenes estadounidenses decidió dejarlo todo y emprender un viaje que los llevaría a la frontera con México, concretamente a El Paso. Tras un año de discernimiento y oración, decidieron dar forma a su vida desde la convicción de que “el Evangelio nos llama a todos a los pobres, y que la vida y la presencia de Jesús en los evangelios está completamente relacionada con los pobres”, explican.
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Durante casi cincuenta años, han sumado ya a muchos otros para vivir entregados a dar ropa, techo, comida, atención médica, consuelo y orientación a quienes nadie quiere ayudar porque no se les da permiso para vivir. Esa solidaridad samaritana se hace especialmente urgente hoy, cuando el trumpismo llama al odio y la persecución contra los migrantes. Los voluntarios forman comunidad de servicio en la frontera, comparten con todos su oración y eucaristía, reflexionan y alzan la voz por los sin voz.
La élite republicana de Texas ha declarado la guerra a la Anunciación y la ha puesto en el centro de sus ataques a las personas migrantes. El fiscal trumpista Warren K. Paxton ha difundido bulos, falsas acusaciones y ha desplegado todo el poder del Estado contra la Anunciación. Los jueces han desestimado tales acusaciones y Mark J. Seitz, el obispo enviado por el papa Francisco a El Paso, ha defendido a la Anunciación, convertida en una profecía comunitaria y viva, dando luz incluso a quienes más alejados están de la fe.
Obras de misericordia
El fiscal republicano ha acusado públicamente a ‘Annunciation House’ de no ser cristiana porque ha sustituido los diez mandamientos por otros siete muy extraños para él y que defienden vestir al desnudo, alimentar al hambriento o refugiar al sin hogar. Ignora que son las obras de misericordia, centro y motor de la más religiosa evangelización.