Finalizó la fase del proceso de Escucha de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe y son muchas las perspectivas esperanzadoras, surgidas con este proceso que forma parte de uno mayor. De todo esto, lo más importante de esta escucha fue el ejercicio mismo de encuentro con el otro y otra en sí mismo, es decir, lo que determina una verdadera experiencia sinodal de reciprocidad y, sobre todo, los nuevos caminos que se podrían abrir como parte de la concreción de esta experiencia en cada nivel de la Iglesia.
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Este proceso de escucha ha significado un gran paso, tanto por su novedad, como por la perspectiva de diálogo que sirve como fuente para un discernimiento Eclesial inédito. Encontramos esperanzadores signos de vida en: los encuentros concretos a través de los diversos medios digitales y presenciales, la búsqueda de la voluntad de Dios como el punto esencial del proceso, y en el compromiso de tantas instancias Eclesiales y miembros del Pueblo de Dios para tender puentes hacia los y las improbables. La escucha guarda dentro de sí la semilla de la conversión integral que hemos estado buscando con este discernimiento.
Por ahora seguiremos con otras etapas que se conectan con este proceso, pero lo más importante de la escucha –y eso debo resaltarlo– fue el encuentro con el otro y la otra para dejarnos transformar, porque eso abrió una búsqueda conjunta de aquello a lo que Dios nos llama en este momento de la historia, para construir ‘un ser y quehacer’ de una Iglesia más genuina y plenamente sinodal.
Aprendizajes de la escucha
Por otra parte, queremos reconocer a quienes se han apropiado de este proceso que es de todos. Más que un agradecimiento, es reconocer que se hayan hecho cargo del llamado que nos hizo el Magisterio de la Iglesia, el Papa Francisco y, en especial, ese acercamiento a los rostros concretos de las y los crucificados de las periferias existenciales para hacerlos sentir verdaderos hijos e hijas de Dios, donde los miembros del pueblo de Dios pudieran asumir su corresponsabilidad en el acortar distancias, en el tejer una Iglesia más creíble como comunidad y espacio de vida.
La participación del proceso de escucha fue un don en sí mismo, que bien asumido, nos encamina a la conversión. Por eso, es tan importante que en el cierre de esta fase nos preguntemos ¿qué se transformó en nosotros con esta experiencia?, ¿qué nuevos caminos se han abierto en nuestra vivencia eclesial? y, concretamente y más allá de las otras fases de la Asamblea, ¿qué compromisos asumimos para, en nuestra realidad específica, ser una Iglesia más sinodal y abierta a la escucha y al diálogo genuinos para buscar la voluntad de Dios y responder a su llamado? Si no hay una respuesta a estas preguntas que nos conmueva por dentro y nos movilice como Iglesia en salida, quizás algo ha faltado en el proceso, o lo hemos vivido como un requisito más.
Este ejercicio de escucha sirvió, en la mayoría de los casos, para salir de nosotros mismos e ir al encuentro, lo que permite una escucha atenta para ir tejiendo nuevas posibilidades en este kairós –tiempo de Dios– hacia otros caminos para la Iglesia; caminos sustentados en el seguimiento del Señor y en la construcción del Reino ante los signos de los tiempos actuales que nos confrontan y nos interpelan para tratar de responder como Jesús lo haría.
Un esfuerzo de la Iglesia en salida
Sobre la participación como tal, al momento podemos decir con certeza que cerca de 60.000 personas han participado de manera directa y formal en los procesos personales y grupales dentro de la plataforma, y estaremos confirmando en breve otros tantos miles registrados en los Foros Temáticos. De hecho, nos habíamos puesto un horizonte inicial de al menos 50.000 participantes formales, por lo que nos sentimos profundamente satisfechos de que se ha generado un proceso inédito que servirá para dar vida mucho más allá de la propia Asamblea, y un ejercicio realizado en un momento de tremendas dificultades por la crisis sanitaria causada por la Pandemia que sigue golpeando.
De seguro muchísimas personas más han participado de tan diversos modos en sus propios espacios pastorales compartiendo sus anhelos, expectativas, deseos y esperanzas y que quizás no hayan registrado sus aportes de manera formal. Lo importante no eran los números por sí mismos, sino buscar el modo de llegar al mayor número de personas y corazones, para acompañarlos en este proceso de conversión, así que valoramos con la misma fuerza a quienes han participado, aunque no hayan podido hacer sus aportes formales.
Sigamos adelante
A quienes por diversas razones no pudieron participar de manera activa y los que aún guardan dudas y miedos, sientan que esto es una invitación abierta y permanente para ser cada vez más una Iglesia que anuncia el Evangelio y encuentra a Cristo para tejer Reino y que quiere ser más fraterna y sinodal, por lo tanto, los encontraremos más adelante en el camino, siempre con una actitud de genuina comunión para que haya espacio para todos y todas.
Esperamos con mucha ilusión que este camino de escucha se conecte plena y directamente con el Sínodo sobre Sinodalidad que el Papa ya ha anunciado para la Iglesia Universal, el cual tendrá su inicio en el venidero mes de octubre de 2021, y que continuará por 2 años hasta octubre de 2023 con fases de participación Diocesana y regional.
Los frutos que ahora estamos recibiendo, representan la persistencia, insistencia y resistencia del Espíritu Santo que nos sigue abriendo posibilidades para avanzar, que nos llama a seguir ofreciendo nuestra fragilidad, confiando en el Dios de la vida que nos guía en el camino, y en un momento crucial en que el Concilio Vaticano II sigue siendo camino y horizonte.
Desde ya, entramos en la fase de síntesis de todos los aportes de la Escucha, los cuales serán compartidos con la comisión de contenidos, para la elaboración del documento para el discernimiento, el cual se compartirá con todos los miembros del pueblo de Dios (para que puedan seguir vinculados quienes así lo quieran), y será el documento de trabajo para las delegaciones de representantes de la Iglesia de toda la región, quienes participarán formalmente y serán protagonistas del evento en Noviembre en toda América Latina.
La escucha fue un esfuerzo de Iglesia en salida y movilizada como Pueblo de Dios en un momento de tal crisis como el actual a causa de la pandemia. Es, en verdad, un signo de una Iglesia Viva que quiere seguir avanzando para ser más fiel a su llamado, y para ser más Sinodal. El camino de la escucha, ha sido ya en sí una experiencia Eclesial Sinodal que confirma una ruta y un llamado. Gracias a todos los que se hicieron cargo de este proceso, de manera conjunta y fraterna, en todas las instancias de la Iglesia; desde la comisión de escucha que he tenido el privilegio de acompañar, y junto con los equipos de comunicación, espiritualidad, contenidos, e instancias animadoras, y en nombre de todos y todas quienes hemos servido en esta etapa, nuestra gratitud y reconocimiento.