El 25 de febrero de 1995, en el estado de Madhya Pradesh, mientras viajaba en un autobús lleno de gente, la religiosa india Rani María fue apuñalada hasta la muerte por un sicario llamado Samundhar Singh, mientras la gente miraba aterrorizada, sin hacer nada para defenderla. Este momento dramático no fue espontaneo ni improvisado, al contrario fue planeado por algunos prestamistas y terratenientes locales que no estaban de acuerdo con el trabajo de la hermana entre los pobres. Se trata de una historia terrible que, sin embargo, tiene un final feliz.
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Mariam Vattalil nació en Pulluvazhy, en el estado indio de Kerala, el 29 de enero de 1954. Sus padres, Pally y Eliswa, agricultores, la bautizaron según el rito siro-malabar, practicado en Kerala, el 5 de febrero de 1954. Además de ella, la segunda hija, tuvieron otros seis hijos, cinco mujeres y dos hombres. Mariam, o Marykunju, como la llamaban cariñosamente en la familia, recibió su primera comunión y confirmación el 30 de abril de 1966. Gracias a sus padres y abuelos, comprendió pronto la importancia de la oración: desde pequeña participaba regularmente en la misa y en las devociones populares de su parroquia.
Así nació su vocación
Mientras cursaba el último año de la escuela secundaria, Mariam, manifestó sentir vocación religiosa. Compartía ese mismo sueño con su prima Cicily, con quien comenzó a visitar el convento de las hermanas Franciscanas Clarisas. No deben confundirse con las monjas fundadas por Francisco y Clara de Asís, se trata de una congregación religiosa nacida en la India a finales del siglo XIX para servir a los más desfavorecidos. A ella pertenece también la primera santa de nacionalidad india, sor Alfonsa del Inmaculado Corazón, canonizada en 2008.
Mariam estaba preocupada por la reacción de sus familiares, pero un día tomó valor y anunció que entraría al convento. Sus hermanos y hermanas se opusieron firmemente y pidieron a su padre que no le diera permiso. El hombre respondió: “Pero si ella insiste, ¿qué puedo hacer? Si Dios lo desea así, ¿cómo podemos ir en contra?”.
Una ‘reina’ de los sencillos
El 3 de julio de 1972, Mariam y Cicily comenzaron el período de aspirantado, que duró hasta el 30 de octubre de 1972, en el convento de las Clarisas en Kidangoor. Luego siguieron el postulantado, desde el 1 de noviembre de 1972 hasta el 29 de abril de 1973, y el noviciado, desde el 30 de abril de 1973 hasta el mismo día del año siguiente. El 1 de mayo de 1974, Mariam hizo su primera profesión en la congregación, tomando el nombre en religión de sor Rani Maria; Rani es equivalente a “Reina”. Su prima Cicily, por otro lado, asumió el nombre de sor Soni Maria.
Las Franciscanas Clarisas fueron las primeras misioneras autóctonas en la India, enviadas a evangelizar las regiones del norte del país en la década de 1960. Su labor fue especialmente difícil, ya que el hinduismo había moldeado la sociedad según un sistema de castas que aún estaba en vigor en los pueblos rurales. El 24 de diciembre de 1975, Rani Maria llegó al convento de Santa María, en la diócesis de Bijnor, que siempre consideró la cuna de su vida misionera.
Servir a los últimos
Debido a la falta de maestros locales calificados, fue nombrada maestra en la escuela de Santa María en Bijnor, aunque deseaba servir a los pobres en los pueblos. En los dos años de enseñanza, desde el 8 de septiembre de 1976 hasta el 7 de agosto de 1978, se dedicó al servicio social, comprometiéndose más intensamente una vez finalizada su misión escolar. Para ser aún más competente en la misión entre los agricultores, estudió sociología y, al mismo tiempo, continuó su apostolado. El 22 de mayo de 1980, hizo su profesión solemne en la iglesia de San Hormis en Ankamaly. Aunque no pasó muchos años en Bijnor, logró llegar a niños y enfermos en los pueblos y en las chozas. El párroco de Bijnor, el padre Varghese Kottoor, recordó: “La simplicidad franciscana de sor Rani capturaba los corazones y las mentes de todos aquellos con quienes entraba en contacto”.
El 21 de julio de 1983, sor Rani Maria fue trasladada a Odagady, en la diócesis de Satna. Llegó al lugar el 25 de julio y fue nombrada coordinadora de actividades sociales. Convencida de que ningún sacrificio sería excesivo para lograr la liberación total proclamada por Jesús, organizó programas educativos para niños, jóvenes y ancianos. Con conciencia, hizo que los pobres tomaran conciencia de su condición de explotación, para que asumieran plenamente sus derechos y deberes como ciudadanos indios. Comenzaron entonces las amenazas contra su vida, porque, según sus perseguidores, su obra era en realidad una actividad de proselitismo. En lugar de asustarse, sor Rani Maria estaba aún más entusiasta y diligente en su compromiso.
Programas de sensibilización
Destinada el 15 de mayo de 1992 a Sneha Sadan en Udainagar, sor Rani Maria llegó después de tres días de viaje. Gracias a su experiencia, estudió detenidamente la situación de vida de los habitantes y se dio cuenta de que muchos habían caído en la trampa tendida por los comerciantes locales, volviéndose dependientes de los prestamistas que devoraban sus escasos ingresos y propiedades. La religiosa misma fue a protestar ante los funcionarios gubernamentales, pero solo recibía rechazos y burlas por su interés en aquellas gentes. Por lo tanto, decidió organizar algunos programas de concienciación, que dieron sus frutos: los campesinos de Udainagar aprendieron a ser ciudadanos activos y responsables, y a rechazar las trampas de los prestamistas.
Como era de esperar, sus programas de desarrollo empezaron a enfrentar la oposición de los prestamistas y explotadores de los agricultores. La única forma de detener ese proceso parecía ser hacer desaparecer a aquella que había sido la inspiradora. La idea se hizo concreta después de que la religiosa lograra liberar a algunos católicos, involucrados por error en un disturbio callejero. Sor Rani Maria sabía que estaba en el punto de mira, pero de ningún modo quiso detenerse.
Arriesgarse siempre
El 17 de febrero de 1995, durante su visita a la Casa Provincial con motivo de la visita canónica de la Madre General, declaró: “No deberíamos buscar seguridad y comodidad en nuestra obra misionera. Con valentía y confianza en Dios, las hermanas deberían estar cada vez más dispuestas a arriesgarse sirviendo a los pobres y necesitados en los pueblos menos desarrollados de las misiones”. En la misma ocasión, confió a su ex maestra de noviciado, que le mostraba su preocupación: “Desearía morir mártir por amor a Jesús y por mis pobres hermanos oprimidos”. Y verdaderamente fue así.
La mañana del 25 de febrero de 1995, sor Rani Maria se levantó temprano como de costumbre, ya que debía tomar el primer autobús a Indore, la capital del estado; desde allí, se dirigiría a la Casa Provincial de Bhopal y luego a su Kerala natal. Acompañada por dos compañeras religiosas, fue a la parada, donde tuvieron que esperar pues venía con retraso. Cuando el vehículo llegó, sor Rani Maria saludó a las demás monjas, mientras sor Liza la ayudaba con el equipaje de mano. Sin embargo, un joven vestido de blanco colocó la bolsa junto al conductor y le pidió a la monja que se sentara atrás: era extraño, ya que a las monjas se les reservaba un lugar en la parte delantera del autobús.
Acusada de proselitismo
Durante el viaje, un hombre llamado Jeevan Singh, que había estado involucrado en disturbios anteriores, comenzó a insultar a la monja, acusándola de proselitismo. Cuando el autobús llegó a una zona de selva a unos veinte kilómetros de Udainagar, un joven de unos veinte años, Samundar Singh, que estaba sentado junto a la religiosa, se levantó, sacó un cuchillo y se lo clavó en el estómago. Mientras la apuñalaba repetidamente, el autobús se detuvo; el agresor bajó y continuó golpeando a la monja hasta que falleció. Ninguno de los pasajeros se atrevió a socorrerla, muchos huyeron. Mientras tuvo aliento, sor Rani Maria siguió repitiendo su oración favorita, el nombre de Jesús.
Alrededor de las 10:45, la policía informó a las monjas que el cuerpo de la hermana había sido encontrado a lo largo de la carretera, junto al autobús abandonado. El obispo de Indore, Monseñor George Anathil, fue junto con algunos sacerdotes y, después de los trámites legales, llevó el cadáver a la sede episcopal para la velación. La autopsia reveló que la religiosa había sufrido nada menos que 40 cuchilladas graves y otras 14 menos graves, que denotan un fuerte ensañamiento, a la vez que un deseo de atemorizar a los cristianos y disuadirles de su labor social con los pobres.
Fama de santidad
Los funerales se llevaron a cabo el 27 de febrero en la catedral de Indore, llena de gente. El cuerpo de Rani Maria fue después enterrado en Udainagar, donde se congregó una multitud de personas en duelo, sin distinción de casta o credo religioso. Entre las hermanas de familia de la asesinada, una de ellas, Celine, había profesado en la misma congregación de las Clarisas en 1984, convirtiéndose en sor Selma Paul. Frente al cadáver de su hermana, inicialmente experimentó un sentimiento de rebelión hacia Dios, pero cuando se calmó, pidió la gracia de poder perdonar al asesino.
La parte final de la historia es la más hermosa y realmente sorprendente, tiene que ver con su asesino, Samundhar Singh, que fue condenado a la pena de muerte. Poco después del asesinato, el 21 de agosto de 2002, interpretando correctamente la mente de la hermana mayor, sor Selma Paul consiguió el permiso para visitar a Samundhar Singh en su celda de la prisión de Lindore. Durante la visita, la religiosa le ató un hilo decorado -un ‘Rakhi’- en la muñeca, significando que lo consideraba como un hermano. Él quedó abrumado por este gesto inesperado y se disculpó con Sor Selma, pidiendo su perdón. Más tarde, en el octavo aniversario de la muerte de sor Rani Maria, su madre Eliswa visitó la cárcel y besó las manos del asesino, mostrando que lo había perdonado por la muerte de su hija. El perdón de la familia no fue solamente un gesto hermoso, sino que según la legislación local, hizo que se le conmutara al preso la pena de muerte por tiempo de cárcel.
La conversión total
Samundhar posteriormente se arrepintió, pidió perdón públicamente y libremente pidió ser admitido en la Iglesia. Después de salir de la cárcel por buena conducta, es un hombre cambiado que ayuda a las personas pobres y trata de continuar la misión de sor Rani Maria. ¿Qué le llevó a este cambio? Fue simplemente el perdón de la familia de la religiosa que él había asesinado y el amor que le manifestaron, sin merecerlo, lo que cambió su vida.
Inmediatamente después de su asesinato, sor Rani Maria empezó a ser considerada una mártir, aunque no oficialmente. Cada vez más personas acudían a su tumba, algunas de las cuales afirmaban haber recibido gracias singulares por su intercesión. Por esta razón, las Franciscanas Clarisas solicitaron poder iniciar su proceso de beatificación. Ésta se llevó a cabo años después, el 4 de noviembre de 2017, en el Saint Paul Institute of Professional Studies de Indore y a la celebración multitudinaria asistió, junto a las Clarisas y la familia de la mártir, también su asesino que se sentó junto a ellos. Esto nos recuerda otro caso parecido, el de la canonización de santa María Goretti en 1950, en Roma, a la que acudió su madre acompañada por el asesino de su hija, Alessando Serenelli, que había recibido su perdón y tras salir de la cárcel vivió en modo ejemplar hasta su muerte.
En la actualidad, Samundhar es tratado como parte de la familia y visita regularmente a la familia de sor Rani Maria en Kerala. Sor Selma Paul, su hermana, explica que también visita a las religiosas: “Vive aproximadamente a 30 kilómetros de nuestro convento y nos visita con frecuencia. Cada año, en el aniversario de la muerte de sor Rani Maria, rinde homenaje a su tumba y ofrece el grano de su campo como símbolo de una vida renovada. De esta manera, proclama la misericordia de Dios”.
Como dije, un final sorprendente, que a alguno le puede parecer ingenuo, pero que conlleva un esfuerzo de misericordia y perdón poco comprensible en nuestra sociedad. Sin embargo, a la luz de la fe adquiere sentido pleno, no en vano dijo Jesús: “Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian…Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?” (Lc. 6, 27-28).