Francisco concluyó su visita penitencial a Canadá, pero valdría la pena retomar unas ideas sobre un tema que parece poco abordado por la opinión pública, en esa ‘dictadura’ de la mayoría uniforme, en el que todos debemos pensar igual. Me refiero explícitamente al término de colonialismo ideológico.
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El colonialismo puede ser comprendido como el proceso de imposición de unos sobre otros, en el episodio histórico en el que los pueblos son insertados a la mentalidad de otro grupo extranjero.
Las heridas de la época colonial siguen siendo argumentos recurrentes en los demagogos contemporáneos, que sin querer asumir la responsabilidad del presente, le echan al pasado todas las culpas.
¿En qué consiste esa nueva forma de colonización?
El papa lo refirió en el discurso a las autoridades civiles en Canadá: “La colonización no se detiene, sino que en muchos lugares se transforma, se disfraza y se disimula”, pues siempre habrá la tentación de homogeneizar el pensamiento con la imposición arbitraria de ideas.
Disfrazada de una presunta apertura es contraria a quien no se suba en el mismo autobús, imponiendo pseudo verdades que en el fondo no tienen ningún asidero racional ni científico.
Benedicto XVI también hizo referencia a este fenómeno: “la absolutización de lo que no es absoluto, sino relativo, se llama totalitarismo. No libera al hombre, sino que lo priva de su dignidad y lo esclaviza”, dijo en un histórico discurso a los jóvenes.
Y lamentablemente siguen habiendo muchas formas disimuladas de esclavitud: la moda, el consumo, las tendencias, la mala política, el mal uso de la teconología, la trata y comercio descarado de personas, por nombrar algunos.
Conceptualmente la colonización está asociada a la ideología, y las ideologías siempre son incompletas, parciales, con pretensiones autocráticas.
Lecciones de prevención ideológica
El colonialismo ideológico del que habla Francisco se “trata de una mentalidad que, presumiendo de haber superado ‘las oscuras páginas de la historia’, da cabida a la así llamada cultura de la cancelación, que juzga el pasado sólo en función de algunas categorías actuales”.
¿Y cuántas veces se ve, al menos en redes sociales, que el comentario del otro debe ser cancelado por que no es igual al propio? Esa cultura de cancelación, es tan común que hasta hay memes sobre cómo bloquear a alguien en Facebook para no volver a encontrarlo en la calle.
Esta cancelación sutil es barnizada con slogans publicitarios vacíos que hablan de sumar y no restar, pero si de dividir y así “se implanta una moda cultural que estandariza, que vuelve todo igual, que no tolera las diferencias y se centra sólo en el momento presente”, explica el papa.
De allí, el deber imperante de seguir cultivando la conciencia de interdependencia, la responsabilidad compartida, y sobre todo la apertura de corazón para reconocer al otro como un hermano, la tarea nada fácil que propone la Fratelli Tutti.
Por Rixio Portillo. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey