El futuro de nuestras democracias necesita ir en la dirección de la diversidad, pluralidad y más participación de la sociedad civil. El progreso de las sociedades pasa por que las organizaciones ciudadanas sean creadoras de valor público, que no puede quedar restringido a la actividad y productos de la Administración. Lo público lo creamos todos cuando generamos bienes comunes, interés general, desarrollo humano.
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Ya está superada la división maniquea que excluye a la ciudadanía y el Estado monopoliza toda la creación del valor público. Esas viejas ideologías estatalistas son insuficientes y arrogantes. Es algo aceptado en políticas sociales: las ONG atienden a la mayoría de personas en exclusión en este país. También en investigación se generan centros mixtos. La colaboración público-privada ha sido crucial para la vacuna del COVID-19. La sostenibilidad de lo público y el desarrollo de las libertades requiere que la ciudadanía participe en la creación de lo público.
Los modelos más progresistas proponen fórmulas como los partenariados, la cogestión. La concertación los supera a todos en compromiso ciudadano, innovación, lealtad institucional, control público… Es el mejor modelo europeo de colaboración entre el Estado y la sociedad civil frente a subvenciones, contratos, convenios, etc. Crea mucho mayor valor público para todos.
Empobrecimiento ciudadano
El gran problema de España es la pobreza de nuestra sociedad civil, y eso lleva a muchos otros males como la falta de suficiente emprendimiento, la pequeña escala media de nuestras organizaciones, la baja internacionalización, la escasez de espíritu de colaboración, etc. La escuela concertada es parte esencial de la sociedad civil y debilitarla es una agresión a las libertades y un empobrecimiento de la ciudadanía.