José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

La conciencia de saberse de paso


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MIÉRCOLES. “En el mundo, en lo que en otros tiempos era la Cristiandad y hoy llamamos Occidente, a diferencia de las sociedades colectivistas, cada uno es insustituible y nadie puede quedarse atrás”. Isabel Díaz Ayuso inaugura el belén de la Comunidad de Madrid. Se trastabilla. Se nota que no tiene muy ensayado el discurso. Pero quien está detrás de la pluma del texto, sabe lo que quería poner en boca de la presidenta. “El cristianismo se hace así, nada más nacer, católico, que significa universal. Ser católico es la antítesis de ser racista e insolidario. Todos ellos son pilares de nuestra civilización occidental, se tenga o no fe”. Feliz belén.



JUEVES. El paracetamol se descubrió por error. Se buscaba un remedio para resolver el problema de las lombrices intestinales. No se logró el objetivo, pero a los pacientes que se les suministró les bajó la fiebre. En la cesta de Navidad del Vaticano suele incluirse un panettone y una botella de prosecco. Esta vez alguien ha incluido unas cajas de paracetamoles. No sé si para frenar los quebraderos de cabeza que provocan los curiales. Aliviar el dolor, el detectado y el desconocido. El inesperado y el que rebrota cuando uno menos se lo espera.

SÁBADO. Toma de posesión del nuevo arzobispo de Burgos. En pocos meses, repoblación de obispos en Castilla. Lo suyo sería mirar al nuncio para pedir cuentas. O a quien tenga sitio en la Congregación de los Obispos. No se vayan lejos. Toquen tierra. El hombre tranquilo. El prudente y discreto. Aquel que algunos no le tomaban por líder porque no gustaba de protagonismos. Tiene voz y predicamento en Roma. Más que algún emérito ejercitante. Aunque no eleve el tono. Nunca ha sido su estilo. Y se le escucha. Tanto como para reagrupar pastores de provincias varias. Cardenal elector. De mitras.

Entrenador del Real Madrid

DOMINGO. Zidane. Siempre referente. Nunca altisonante. Ni en la victoria ni en la derrota. Incluso cuando le hacen tambalear su silla. “No me siento intocable”. Lo dice con serenidad. No como una mera fórmula de modestia impostada. Sabe que uno lo mismo viene que va. Uno más. Hombre de Adviento. La conciencia de saberse de paso. Evangelio del día. “Detrás de mí viene el que puede más que yo”.

MIÉRCOLES. El Madrid salva los muebles en la Champions. Zidane. El triunfo del que no se sabe imprescindible.

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