La paz emerge como una necesidad imperiosa, la que se ha de construir siempre, en cada tiempo y cultura. Si bien la encíclica ‘Pacem in terris’ con su mensaje para un tiempo histórico concreto, hoy sus principios éticos adquieren vigencia y son relevantes para abordar los desafíos actuales en la búsqueda de la paz social en la sociedad.
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San Juan XXIII pocas semanas antes de morir ofreció a la Iglesia y a todos los hombres de buena voluntad la carta encíclica ‘Pacem in terris’, expresando su profundo amor por la humanidad y como padre bueno pidió a la humanidad el establecimiento de la paz entre todos los pueblos, fundada sobre la verdad y la justicia. Es un legado que el mundo ha de realizar con esfuerzo y humildad para alcanzar una sana convivencia entre los hermanos a quienes debemos amar y no con quien competir.
La paz es de constitución positiva, una virtud real, no como una mera ausencia de guerras; ni el equilibrio estratégico de dos fuerzas antagónicas que mantienen en vilo a la humanidad; la paz tampoco es la que ofrece los cementerios donde todo es quietud y sosiego; ni menos la de las aguas estancadas donde hay una aparente inercia, pero debajo subyace olor fétido y de muerte. La paz es la que brota del corazón del que sabe amar y perdonar, la paz es obra de la justicia.
Construyendo la paz desde la doctrina social de la iglesia: valores esenciales para la convivencia y la justicia en la actualidad
Desde la Doctrina Social de la Iglesia se presenta con un enfoque global y propositivo donde se puede resaltar algunos aspectos para tomar en cuenta en los tiempos actuales y que pueden contribuir a consolidar la paz social que favorezca la convivencia humana.
Esta paz ha de tener presente que el respecto de la dignidad humana implica su inviolabilidad y la igualdad de todos los seres humanos que han de ser tratados con respeto y justicia. Así mismo, la defensa de la libertad personal y la responsabilidad en el ejercicio de esa libertad, la que está ligada al bien común y al respeto de los derechos de los demás.
Por otro lado, un aspecto que contribuye a la paz es la justicia social que permite garantizar la igualdad de oportunidades, la distribución equitativa de los recursos, así como la eliminación de las desigualdades económicas y sociales.
En la perspectiva de la paz como obra de la justicia, se exige la solidaridad y la cooperación entre las naciones y los individuos, especialmente la cooperación internacional que favorece la búsqueda de la paz y el desarrollo humano integral. Así mismo, la paz implica el diálogo y la negociación como medios para resolver los conflictos y las diferencias logrando la resolución pacífica de disputas frente a un clima de violencia.
Forjando un futuro de paz: Reflexiones sobre la erradicación de la violencia, la construcción de instituciones y la cultura de la convivencia
Los tiempos actuales ven en la paz una exigencia de la naturaleza humana de vivir en el orden y el respecto, eliminado toda forma de violencia que deviene en guerras, la que se opone a la sana convivencia y con cuyos resultados catastróficos pierde la humanidad misma. En este sentido, se abolirán las guerras y conflictos promoviendo la promoción de instituciones internacionales que trabajen para mantener y promover la paz.
Cada persona ha de ser artesano de la paz, ha de participar como protagonista en el ejercicio de la vida pública y política promoviendo estructuras que permitan a las personas contribuir al bienestar común y sobre todo formando corazones que sepan amar y ser generosos con sus semejantes.
Si bien es cierto que se ha de respetar los Derechos Humanos como inalienables a la condición humana que incluyen los derechos a la vida, la libertad religiosa, la educación y la justicia, sin embargo, hay movimientos modernos que buscan equiparar al matrimonio, que por cuya condición natural la integran un varón y una mujer, con uniones de personas del mismo sexo o hacer creer que este es el fruto de una construcción social.
Construir la paz social consiste también en promover la educación y la cultura de paz que permite formar las mentes y los corazones hacia la paz que contribuirá a formar sociedades más armoniosas. En esta perspectiva, se hace necesario tener presente la vida de oración y la espiritualidad como gestoras de una fuente de esperanza en tiempos de conflicto.
La voz unificadora de la paz: enseñanzas papales y la construcción de una sociedad armoniosa desde la perspectiva de ‘Pacem in Terris’
Tanto San Juan XXIII, que propone el compromiso con la justicia, la compasión y la dignidad humana como guías valiosas para lograr un mundo pacífico y armonioso, como San Pablo VI en la ‘Populorum progressio’, que abordó temas de desarrollo humano integral, justicia social y equidad económica, destacan la necesidad del compromiso de los bautizados para logra la paz social. Lo mismo San Juan Pablo II, en sus diversos mensajes a favor de la paz y la resolución pacífica de conflictos, propone la construcción de la paz social y buscar soluciones pacíficas ante las diferencias.
Mas recientemente, Benedicto XVI en ‘Caritas in Veritate’ destaca la importancia de la caridad, la solidaridad y la justicia en la construcción de una sociedad más justa y pacífica; y tuvo en cuenta los criterios de la encíclica ‘Pacem in terris’, a lo hora de abordar el llamado para alcanzar la paz social. A su vez Francisco, defiende incansablemente la paz social y nos muestra cómo construir un mundo más justo y pacífico. Al respecto considera el cuidado del ambiente y la creación y reconoce que la degradación del entorno puede tener efectos negativos en la paz social, porque puede exacerbar tensiones y conflictos relacionados con los recursos naturales. Así mismo, propone la reconciliación y el perdón para superar las divisiones y los conflictos sanando las heridas del pasado como camino para el proceso de construcción de la paz, lo que conduce a la promoción del bien común que pone las necesidades de la comunidad por encima de los intereses individuales.
La construcción de la paz social desde la perspectiva de ‘Pacem in terris’ ofrece una base sólida para la paz social desde el respeto a la dignidad humana, la justicia, la colaboración y la fraternidad universal. Estas propuestas tienen vigencia que incluso Benedicto XVI las toma en cuenta en sus discursos para promover la paz en la sociedad.
En definitiva, todo bautizado está llamado a ser constructor de la paz e impregnar el mundo del espíritu evangélico, haciendo que todos los estamentos de la sociedad estén marcados por la novedad del Evangelio y que, sin desentenderse del orden temporal, han orientar la mirada hacia el horizonte de los bienes eternos que son los que en definitiva dan plenitud a la vida.
Por Pbro. Juan Roger Rodríguez Ruiz. Rector la Universidad Católica de Chimbote, Perú y exalumno de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos