No sé a vosotros, pero a mí septiembre ya se me está haciendo largo. Romper la inercia del verano, retomar rutinas y, además, encajar los diversos planes y proyectos de lo que queda de curso convierten en intenso este mes que, para mí, tiene peor fama que enero ¡que ya es decir! Me da la sensación, además, de que la cuestión se dificulta cuando se tienen niños. Ya son varias personas las que me han comentado lo complejo que resulta conciliar el período de adaptación del cole, en el que los peques acuden varios días durante poco tiempo, con la jornada laboral de los padres. Lo que supone una ventaja para los más pequeños se convierte en un verdadero quebradero de cabeza para quienes tienen que hacer equilibrios para combinar agendas y horarios durante las primeras semanas de este mes tan intensito.
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Problemas cotidianos
Esta situación me ha hecho pensar en dos cuestiones. Por una parte, en la necesidad de entrar en contacto con quienes viven realidades muy diversas a las nuestras. Yo, al menos, no hubiera caído en la cuenta de esta dificultad si madres de hijos en ciertas edades no me lo hubieran compartido. Hay problemáticas cotidianas de mucha gente que, si nos descuidamos, se nos pueden pasar desapercibidas porque no las sufrimos en primera persona. Por otro lado, también me recuerda cómo todos tenemos que bregar de forma permanente con el desafío de dar espacios y tiempos a realidades que, si bien son importantes, no siempre son fáciles de conjugar. En la práctica no es tan sencillo, por ejemplo, dar espacio al trabajo y cultivar hobbies o tener tiempo para una misma y cuidar los vínculos con los demás.
En los Hechos de los Apóstoles se produjo una situación que me recuerda a este problema familiar. Los dirigentes no cayeron en la cuenta de que las viudas procedentes del mundo griego quedaban desatendidas y la primera comunidad tuvo que hacerse cargo de las necesidades que vivían una parte de sus miembros sin descuidar por ello la predicación de la Palabra. Esta situación hizo que nacieran nuevos ministerios (Hch 6,1-4). Afinar el oído del corazón para descubrir las necesidades ajenas y avivar nuestra creatividad para conciliar elementos importantes resulta ser un desafío apasionante y capaz de generar novedad, no solo para este septiembre, sino para el resto del curso.