Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

La democracia no goza de buena salud


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No es una idea propia el título de la nota, lo ha dicho el papa Francisco en un discurso con motivo de la Semana Social italiana, en su reciente viaje a Trieste, ciudad portuaria en la costa del Mar Adriático.



Sin embargo, a pesar de que el discurso estaba dirigido a Italia, valdría la pena hacer una lectura más global, porque “la crisis de la democracia es transversal a diversas realidades y naciones”, como lo ha señalado Francisco en su intervención.

Por ello, aventurarse a pensar, ¿qué le diría la Doctrina Social de la Iglesia y el papa latinoamericano a las democracias de su continente?, ¿qué diría sobre los penosos referentes de Cuba, Venezuela y Nicaragua?, ¿qué decir ante las pretensiones en Centroamérica, la inestabilidad institucional en Bolivia, el resultado incuestionable en México, la propuesta constituyente de Colombia, el extremismo con todas sus consecuencias en Estados Unidos? Y así con cada una de las situaciones complejas, de un continente zarandeado por la ideología.

Dejemos que sea el papa con algunas ideas claves de su discurso, con su visión, diagnóstico y propuesta, desde la advertencia que hizo el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, de evitar “encerrar a Francisco en nuestras grietas, a encadenarlo a nuestros prejuicios e ideologismos (…) o través de los pícaros que se dicen sus amigos que lo usan  como argumento de autoridad para justificarse”.

Que hable el papa, en diez frases…

  1. “Podemos imaginar la crisis de la democracia como un corazón herido. Aquello que limita la participación está ante nuestros ojos. Si la corrupción y la ilegalidad muestran un corazón ‘infartado’, debe preocupar las diversas formas de exclusión social”.
  2. “La palabra misma ‘democracia’ no coincide simplemente con el voto del pueblo; al mismo tiempo que preocupa el número reducido de la gente que va a votar (…) no es el voto del pueblo solamente, exige que se creen las condiciones para que todos se puedan expresar y puedan participar”.
  3. Promover “un diálogo fecundo con la comunidad civil y con las instituciones políticas, porque iluminando los problemas y liberándose de la escoria de la ideología, podemos tener una reflexión común, en especial modo, sobre los temas ligados a la vida humana y a la dignidad de la persona”.
  4. “Las ideologías son seductoras. Alguien las comparaba con aquello que Hamelín sonaba, la flauta; seducen pero te llevan a ahogarte”.
  5. “Todos deben sentirse parte de un proyecto de comunidad, ninguno debe sentirse inutil”.
  6. “Algunas formas de asistencialismos no reconocen la dignidad de la persona… Me detengo en la palabra asistencialismo. El asistencialismo, así, es enemigo de la democracia, es enemigo del amor al prójimo”.
  7. “La indiferencia es un cáncer para la democracia, un no participar”.
  8. “La fraternidad hace florecer las relaciones sociales; y desde la otra parte el hacerse cargo de los otros requiere el ánimo de pensarse como pueblo”.
  9. “Para afirmar que la sociedad es más que una mera suma de individuos es necesario el término pueblo, que no es populismo, es otra cosa: el pueblo”.
  10. “Una cosa importante para nuestro actuar político y para nuestros pastores: conocer el pueblo, acercarse al pueblo. Un político puede ser como un pastor, que va delante del pueblo, en medio del pueblo y detrás del pueblo. Delante del pueblo para señalar un poco el camino; en medio del pueblo, para tener el olfato del pueblo; detrás del pueblo para ayudar a los rezagados. Un político que no tenga el olfato del pueblo, es un teórico. Le falta lo principal”.

Francisco habla pero quizás hace falta que el pueblo, — porque todos somos pueblo —, lo escuche.


Por Rixio G. Portillo Ríos. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Foto: Pixabay