Charles Mackesy (Northumberland, 1962) ha realizado un vibrante recorrido de creación e investigación artística, con una especial dedicación a la naturaleza religiosa de la vida. Se puede conocer más aquí.
Su gran tema es el amor incondicional de Dios, el cual ha explorado a través de sus variaciones sobre el Hijo Pródigo y de sus series sobre ángeles. Varias de estas últimas obras presentan mujeres en situaciones de tribulación que son consoladas por ángeles. En esa serie, la que reviste mayor dramatismo es ‘Despair’.
Una mujer desnuda esconde su rostro entre las manos y bajo la melena. Encorvada, posiblemente llora desconsolada. EL color de la piel es grisáceo y la capa oscura tiene un desgarro en la cadera que deja ver una piel más clara. Es posible que lo que provoca tal llanto haya sido alguna violencia. Por su textura y factura, se asemeja a un personaje de la pintura clásica que ha padecido alguna desdicha. El fondo de acuarela marrón del cuadro lo acerca al fresco e invita a unir a esta persona a la larga lista de mujeres sufrientes de la pintura desde Eva.
El ángel que se acera a ella se curva para acompañarla, pone con ternura sus palmas en su nuca y la besa con cercanía e intimidad. Unas alas pequeñas como conchas de bivalvo le soportan suspendido en el aire, aparentemente sin esfuerzo. El mensajero no obliga a la mujer a incorporarse ni le impone ninguna condición sino que adopta la forma de ella, simplemente se hace presente y la única palabra es el tacto y el beso.
Son ángeles cuyos mensajes usan el alfabeto de las manos y los besos. Mackesy mancha el frontal del cuerpo del ángel con el barro del fondo, quizás expresión de la implicación del ángel con la realidad terrena. Pese a la carga que podría suponer el ángel sobre la mujer, su tacto no solamente es ligero que quita peso a quien viene a consolar. Su beso invita a erguirse y volver a mirar de cara al mundo.
Una obra emparentada con ‘Despai’ presenta de nuevo a una mujer atribulada que cierra sus brazos sobre su cuerpo desnudo. Flotante sobre su cabeza, un ángel abre sus alas encontraste con esos brazos. No podemos tampoco distinguir el rostro de la mujer porque lo vuelve hacia atrás, impidiendo que sea visto, quitándose a sí misma de delante, en un gesto de protección. Sus manos se agarran una a la otra para defender su cuerpo. La textura hace correr la pintura en algunos pasajes de la piel, lo cual nos permite sentir el giro que está dando la mujer al apartar su cara de nuestra vista.
Sobre ella el ángel apenas es perfilado por debajo de su busto. La cabeza está especialmente trabajada. El pelo recogido puede estar enfatizando rasgos femeninos y su cara muestra distintas tonalidades. De todos modos, su rostro, como el de todos los ángeles, es siempre un borrador: como si el momento fuese demasiado pasajero como para que se pueda fijar una definición visual de su aspecto. En el cuello de ángel han dejado rastro las líneas del dibujo previo, que no han sido borradas. El ángel puede ser poco más que un boceto, un mensaje de eternidad en un momento fugaz.
El fondo es una cuádruple partitura que sugiere a nuestra imaginación que pongamos banda sonora a esta pintura. De nuevo un beso profundo y entregado en la coronilla de la mujer, invitada a mirar a lo alto.
Otras dos obras de Mackesy nos permiten completar esta escena en la que podríamos estar viendo a la misma mujer en sucesivos momentos -pese a las diferencias físicas entre las figuras femeninas pintadas-. Sendas obras son ensayos de una misma intención. Ambas se titulan ‘Angel and Girl’.
En la primera nos presenta un dibujo más devastado con pinceladas de acuarela. El ángel es una apenas una pincelada en el aire en la que la vista del pintor ha querido distinguir una figura como el que cree encontrar algo reconocible en una nube.
La mujer está desnuda y otra vez esconde su rostro, esta vez entre sus manos. La aproximación del ángel no es desde arriba ni atrás sino frontal, se pone ante el rostro tapado de la mujer. Toca con sus manos la frente de ella, quizás invitándola a levantar la cabeza. Eso lo sugiere también el rastro de acuarela ante la mujer.
La segunda versión de ‘Angel and Girl’ es una fina artesanía de lápices que son capaces de dar al ángel una naturaleza muy ligera y dotar de movimiento a las alas. El cabello del ángel se escapa hacia adelante como movido por el aleteo. El ángel es una figura difuminada pero su beso es intenso e íntimo y su rostro muestra detalle. A diferencia de las otras versiones de este motivo, el ángel no pone sus manos sobre ella; ni siquiera se distinguen sus brazos. Ella tiene que sentir las líneas de movimiento que Mackesy ha querido que se vean, esas trazas verticales curvadas que tiran del ánimo de la mujer hacia lo alto. El ángel de esta segunda versión de “Angel and Girl” mueve las cosas alrededor de la joven, crea otro aire.
Ella ya no tiene cubierto el rostro, podemos distinguir su perfil entre sombras. Un mechón de pelo cae sobre su frente, puede que movido por el paso del ángel. Su cuerpo ha recobrado volúmenes y el cabello permite ver sus detalles. La mujer ha recuperado realidad a la vez que el ángel se nebuliza.
Los brazos de la mujer protegen sus senos y sus manos cubren su cuello y mejillas. Muestran extrema preocupación pero no está en la situación de desesperación de las mujeres de “Despair” o la primera versión de ‘Angel and Girl’. Quizás el beso logra hacer llegar su mensaje de amor incondicional al centro del rostro de la mujer para desde ahí volver a verse a la cara. El cuerpo del ángel es en esta ocasión perpendicular a la mujer, llama a que ella alce la vista y le vea arriba de frente a sí.
Mackesy es capaz de encontrar la amorosa presencia de ángeles incluso en los momentos más desangelados del ser humano. El amor de Dios no se para ante ninguna situación, no hay barrera que no pueda atravesar; no hay drama ni desesperación en el que su beso no alcance al ser humano.
- Ángel y cellista, de Charles Mackesy
- El Ángel que sostiene, de Charles Mackesy
- La Anunciación de la Puerta, de Charles Mackesy