Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

La erótica del bien


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De vez en cuando, sin saber bien por qué, unas declaraciones, una imagen o el corte de una entrevista con muchos años se hace viral. Por suerte, estas últimas navidades me “regalaron” uno de Gloria Fuertes, que nunca defrauda. Decía Gloria que a ella ya solo la erotizaba la bondad. Y lo explica: “Solo me fijo en el interior, en que trae una obra hecha, aunque no haya escrito ni pintado”.



Hace tiempo que desconfío de personas que no sean buenas, sean atractivas o feas, inteligentes o no. Otra cosa es que no siempre sea capaz de verlo pronto, antes de haber puesto mi confianza y parte de mi intimidad en sus manos. ¿Te puede atraer apasionadamente alguien en quien no confías? Me temo que sí, pero no llegará muy lejos, porque el amor -en cualquiera de sus formas- malvive con la desconfianza. La bondad es confiable por sí misma. La sola atracción erótica, no. Alguien bondadoso rezuma eso que los antiguos llamaban filantropía, es decir, un afecto profundo por el ser humano, por la humanidad. Y es que la gente que encuentra motivos para amar lo humano, ve lo bueno de cada persona y, desde ahí, difícilmente serán tan soberbios como para permitirse mal tratar o ningunear a alguien. Cuando no nos cuidan, cuando nos tratan mal, la atracción acaba desapareciendo. Saludablemente.

San Irineo y el Artista

Las personas buenas son, además, las que vienen “con una obra hecha”, decía Gloria Fuertes. Es un paso más. Hay personas que, ciertamente, pueden ser sumamente atractivas, seductoras, pero no vienen con obra hecha. No están hechas. Están “des-hechas”. Decía San Ireneo, allá por el siglo II, que somos una obra de arte en manos del Artista o Artesano, que es Dios. El buen Dios. Así entiendo esto de ir por la vida “con una obra hecha”, haciéndonos continuamente. Y nada tiene que ver con títulos, premios, galardones o poderes. Tiene que ver con la bondad. Con el bien. Eso que podríamos llamar, también, la armonía de las cosas. Porque lo contrario, el mal, siempre rompe y desordena. Deshace. No es saludable.

Gloria Fuertes, poetisa española

Y sí, también nos atraen “los malos”, claro; a veces nos erotizan personas que no nos convienen. Es verdad. Intensamente. Pero la erótica del bien es infinitamente más decisiva. Recordemos que el diccionario define “erótica” como “atracción muy intensa, semejante a la sexual, que se siente hacia el poder, el dinero, la fama, etc.”. Es ese deseo y pasión que nos moviliza desde lo más hondo, gozosamente, hacia aquello que nos atrae (incluyendo la atracción sexual o no).

Me gustaría saber elegir y vivir el nuevo año erotizada, apasionada, atraída por la bondad y el bien. O mejor aún: por los buenos, por los que vengan a mí con una obra hecha. Los otros, las otras, son muy resultones, puede incluso que nos encanten… pero acaban llenando todo de superficialidad, de ruido, unas cuantas mentiras y desengaños… Necesitamos elegir la erótica del bien. Ojalá también lo deseemos.