La escuela católica, en entredicho


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Pepe Lorenzo(José Lorenzo– Redactor Jefe de Vida Nueva)

“No estaría de más que se dejase hablar a quien sabe, y no sólo escuchar a colectivos con más ideología que pedagogía. No parece razonable establecer criterios sobre la escuela sin dar la oportunidad de dialogar con quienes abren cada día los colegios “

No es ningún secreto que las relaciones entre los religiosos de la enseñanza y algunos órganos de la Conferencia Episcopal son manifiestamente mejorables. Y en restañar heridas están ahora mismo empeñados unos y otros, todavía dolorosas aquellas que provocaron fuertes encontronazos a causa de Educación para la Ciudadanía, acusados con ligereza de doblegarse a las imposiciones del Gobierno de Zapatero. Su actitud evitó, sin embargo, males mayores y el tiempo acabó dándoles la razón.

Sin embargo, vuelven a estar en el ojo del huracán. En la letanía de los causantes de los males que aquejan a nuestra Iglesia, ellos aparecen de nuevo en lugar destacado. Sus colegios no adoctrinan, su ardor flaquea y su identidad se diluye, según preocupante diagnóstico que va ganando adeptos, por lo que se prepara un documento en el que se les marquen unas líneas más claras, también para una colaboración más estrecha con la familia y la parroquia, instancias estas con importantes vías de agua en su consistencia evangelizadora.

Puestos a afrontar los retos, no estaría de más que se dejase hablar a quien sabe, y no sólo escuchar a colectivos con más ideología que pedagogía. No parece razonable establecer criterios sobre la escuela sin dar la oportunidad de dialogar con quienes abren cada día los colegios para plasmar un carisma dedicado a la enseñanza. En otros países, con los mismos problemas, ese proceder es el habitual.

Descender a la realidad concreta suele ser otro elemento juicioso para afrontar los desafíos, en este caso, el de cómo evangelizar en una sociedad que no añora aquel régimen nacionalcatólico o analizar por qué los alumnos mayores huyen de la asignatura de Religión. La fe se propone, no se impone, como dijo Juan Pablo II en su última visita a España. Y esa propuesta, por más que algunos lo duden, es una constante en la escuela católica, cuya transmisión de valores evangélicos compartidos por todos, creyentes o no, sigue haciendo un gran bien a esta sociedad.

En el nº 2.742 de Vida Nueva.