Teresa García, responsable de Difusión de la HOAC
Responsable de Difusión de la HOAC

La gran encrucijada socioambiental


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Estemos convencidos, o no, de que vivimos en el mejor de los mundos posibles, gracias al progreso alcanzado. Lo cierto es que la humanidad se enfrenta a desafíos nunca vistos. Las condiciones naturales que han hecho posible el surgimiento y desarrollo de la vida en el planeta están cambiando rápidamente, por no hablar de los grandes riesgos que supone la creciente desigualdad para todas las sociedades que pueblan la tierra. Por decirlo claramente, como tan sabiamente hace el papa Francisco, “este sistema ya no se aguanta”.

Es evidente que “nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo” (‘Laudato si’’, LS, 104). Hay suficientes datos, estudios, investigaciones y análisis de las muchas y graves “imperfecciones”, siendo generosos, del sistema en el que nos desenvolvemos. ¿Quién podría discutir que “tenemos demasiados medios para unos escasos y raquíticos fines” (LS 203)?

Del magisterio social de la Iglesia

Pablo VI nos enseñó a desconfiar del progreso exclusivamente material y propuso como meta para la humanidad el “desarrollo humano integral”, la promoción de todas las personas y toda la persona. Y ya advirtió de que “debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez víctima”. También san Juan Pablo II llamó a la “conversión ecológica global” y demandó cambios profundos en “los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad”. Benedicto XVI continuó llamando a “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente”.

Moneda-euro

El magisterio de Francisco incorpora una variable más al sentido de progreso humano, en sintonía con el signo de los tiempos y el avance de las ciencias: la cuestión socioambiental. Sin el cuidado de la madre Tierra, no hay verdadero desarrollo social humano sostenible e integral. Ante una “economía que mata” y “la cultura del descarte”, Francisco plantea la urgencia de adoptar una “ecología integral” capaz de escuchar tanto “el clamor de la Tierra como el clamor de los pobres”.

La mirada del Papa es poliédrica, fraterna y agradecida, “el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza” (LS 12). De ahí que proclame que “el desafío urgente de proteger nuestra Casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar” (LS 13).

Superar el paradigma sociocultural

Pero para que de verdad cambien las cosas, es imprescindible superar el paradigma sociocultural actual, el horizonte del modelo social dominante, el marco existencial que respiramos y en el que nos relacionamos. Una tarea que comienza justo en el momento en que caemos en la cuenta de a dónde nos está llevando el actual orden social neoliberal: a una endemoniada encrucijada en la que hay que elegir entre seguir la senda de una más que probable catástrofe ecológica y humana o emprender el camino hacia un nuevo orden sostenible, inclusivo y solidario, en el que no queda otro remedio que combinar la lucha por llegar a fin de mes con las luchas que eviten el fin del mundo como lo hemos conocido hasta ahora.

Afortunadamente, tenemos suficientes conocimientos y herramientas para elegir la opción correcta. Entre otras, la última obra del economista y ecologista Santiago Álvarez Cantalapiedra, ‘La gran encrucijada. Crisis ecosocial y cambio de paradigma’, mucho más que un ensayo ambientalista, es un verdadero tratado para entender qué nos está pasando y qué podemos hacer para cambiarlo.

Álvarez Cantalapiedra es un “pesimista esperanzado” o “un esperanzado sin optimismo” que intenta que asumamos nuestras responsabilidades, convencido de que “la historia no está escrita y que, si nos organizamos y tomamos conciencia de ello, seremos sujetos que lanzan la historia hacia otra dirección”, que además, piensa que nuestra época demanda de información y conocimiento, pero también de sabiduría, incluida la que atesoran las religiones, en especial, el cristianismo, como “fuerza espiritual y moral, motivación e inspiración”, con una dimensión utópica y altas dosis de conciencia crítica que “suelen materializarse en admirables formas de compromiso por la justicia alimentadas por la esperanza”. Precisamente, hoy 23 de octubre a las 19:oo horas, se presenta su libro en la sede de la HOAC.