Las vigilias públicas son por todo el planeta un medio importante para la concienciación social, dar cauce a nuestro compromiso y alzar la voz ante los poderes. Tan entrañadas en la tradición cristiana, la Iglesia puede hacer un gran servicio público convocando vigilias en cada rincón del mundo para que nos comprometamos todos juntos con la paz en nuestros corazones y el corazón de la civilización.
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Adjuntamos en este post el Cuaderno de la Vigilia en pdf por si os es útil para convocar eventos similares desde vuestras parroquias, vuestros colegios, ONG o vuestros centros.
La Iglesia sale a la calle
La Unidad Pastoral padre Rubio, del norte de la ciudad de Madrid convocó el pasado sábado una vigilia por la paz en Gaza que concentró a un centenar de personas en la calle ante la parroquia de San Ignacio de Loyola, en el popular barrio de Tetuán.
Los horribles hechos que están sucediendo en Medio Oriente constituyen tal violación de todos los derechos, que debemos movilizar todas nuestras conciencias, nuestras voces y nuestra acción. Una vigilia impacta en ese lugar donde todo se mueve y compromete. Hacerla en las calles como el pasado sábado no saca del sopor de nuestros encierros y nos llama a ser pueblo juntos y con los que más sufren.
Incluso cuando parece que no podemos hacer más que alzar la voz, poner todo nuestro corazón, orar y gritar en el desierto, todos esos trabajos del alma impactan en el mundo de modo misterioso; tejen más denso el pueblo, nos hacen no ceder a la lógica de la violencia, expanden una onda que solo confía en la paz.
Testimonios del horror
En la vigilia se hicieron presentes testimonios de víctimas como el de la israelí Sapir Cohen, de 29 años, secuestrada por Hamas: “Vi miles de civiles y todos vinieron a golpearme. Me pegaron muy fuerte, tenía que protegerme con las manos… Me ponía las manos en la cabeza y decía: ‘Dios, por favor cuídame. No quiero morir aquí“. Fue también estremecedor escuchar el testimonio de Nora, palestina de 32 años, que vive en Gaza: “Murieron decenas de mis vecinos, decenas de vidas, decenas de sueños, decenas de sonrisas, decenas de corazones amables y decenas de historias jamás contadas. Yo perdí mi casa, mis recuerdos, mi hermosa imagen del ‘hogar’ y años de duro trabajo para construir un lugar para mi familia, para mis hijos. Sí, he sobrevivido, pero con el corazón roto y los recuerdos perdidos. ¿Cómo se puede vivir como ser humano sin recuerdos?”.
También el biblista italiano Francesco Cocco, experto guía de Tierra Santa, nos contó en directo su experiencia frente a esta guerra de terror. Nos transmitió el sufrimiento de sus amigos, cómo el terror y la persecución va llegando a todos los puntos de la región, y cómo incluso algunos amigos suyos en Israel piensan que en Gaza no hay nadie que sea inocente, lo cual justifica cualquier acto de barbarie. Se va creando un muro de silencio alrededor de todos los hechos y eso es lo que esta vigilia y otras acciones buscan superar.
En medio de la plaza que hay delante de la parroquia se extendieron cuerdas de las que se tendieron camisetas rojas con nombres de víctimas concretas, y en medio de ellas, camisetas blancas en las que los participantes fueron escribiendo lo que les salía del alma. En medio de las camisetas rojas, las blancas simbolizaban nuestros cuerpos, nuestras vidas, que quieren solidarizarse, ponerse entre las víctimas y la violencia que a nuestro alrededor legitima aquel estado de terror.
Tal grado de violencia en Gaza y en el mundo se sostiene sobre nuestras guerras interiores, en cada persona, en cada ciudad y en cada sociedad. Por eso la canción ‘Desaprender la guerra’, compuesta por Luis Guitarra, fue una gran inspiración e iluminación.
La Iglesia trabaja por la paz
También hubo momento en la vigilia para escuchar la declaración que la Comisión de Justicia y Paz de Tierra Santa ha publicado sobre la guerra en Gaza, indicando que no puede ser llamada guerra justa, sino que la realidad muestra que se va por otro camino contrario a las convenciones internacionales. No obstante, Justicia y Paz llamó a la esperanza contra toda esperanza, deseando que la guerra termine y que israelíes y palestinos juntos, viviendo en libertad e igualdad, buscarán la verdadera justicia, promoviendo la verdadera paz.
Las palabras del Papa Francisco también se hicieron presente en otro momento, como un grito en el planeta pidiendo que frenen la destrucción. “¡Basta, por favor! ¡Frenen! ¡Digámoslo todos juntos!”, recordamos que dijo el Papa, convencido de que se ha ido más allá de la respuesta proporcionada, y se ha convertido en una guerra de terror. “Esto ya no es guerra, es terrorismo”, afirmó en una de sus intervenciones en Roma.
Bienaventuranzas de Gaza
Al final sonaron las Bienaventuranzas de Gaza, que unieron las voces de todos los asistentes, nos unieron con quienes están sufriendo los secuestros y la guerra en toda Tierra Santa y la región, y nos confiaron a que Dios siempre tiene la última palabra y nada violento perdurará. Así sonaron las «Bienaventuranzas de gaza»:
Animaos quienes habéis perdido la casa en los bombardeos, porque heredaréis la Tierra.
Animaos los secuestrados, porque conoceréis la libertad de los Hijos de Dios.
Animaos aquellos a los que os han cortado la electricidad, porque vuestra será la luz del mundo.
Animaos quienes habéis visto destruir vuestras escuelas, porque vuestra será la sabiduría de Dios.
Animaos los que resistís a usar la violencia, porque seréis llamados Justos de Dios.
Animaos quienes habéis visto demolerse vuestros hospitales, porque vuestra será la salud eterna.
Fortaleced vuestro corazón quienes pasáis hambre cada día, porque el pan de la justicia abundará en vuestra mesa.
Animaos los misericordiosos, porque alcanzaréis misericordia.
Animaos quienes habéis perdido padre, madre, hijo, hermano, porque seréis consolados.
Animaos quienes os habéis quedado sin agua, porque seréis saciados.
Animaos los que habéis sido expulsados de la tierra, porque vuestro será el Reino de los Cielos.
Conservad la esperanza los que trabajáis por salvar VIDAS, porque alcanzaréis la vida que nunca muere.
Animaos los que trabajáis por la paz, porque hacéis lo que merece ser eterno.
Animaos cuando os quieran hacer callar, cuando hagáis vuestra la causa de los perdedores, animaos cuando os impongan la violencia, porque al Hijo del Hombre se lo hicieron y así hacen los profetas: no callan, se unen a los sufrientes, siempre eligen la paz. Animaos en el Nombre de Dios.