El pasado día 6 de mayo tuvimos el honor de participar en la jornada de administración de CONFER. Desde ahí tratamos de dar nuestro punto de vista sobre la situación de los mercados, teniendo en cuenta lo impredecibles que son, y sobre cómo llevar a cabo una gestión patrimonial alineada con las necesidades de la misión. Vamos a dar unas breves pinceladas de lo que allí tratamos, confiando que sirvan de apoyo a alguna de las instituciones que con frecuencia nos leen.
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Después de una década de mercados positivos, tanto en renta variable como en renta fija, en 2020 nos dimos de bruces, como todo el mundo, con la pandemia que asoló el mundo. Probablemente nada volverá a ser como antes. Los mercados financieros y la economía real también sufrieron su impacto de forma virulenta. Sin embargo, a pesar del fuerte impacto, hubo una muy fuerte recuperación en los mercados que permitió volver a la tendencia anterior. Recuperación que no se dio en la economía real, con la renta per cápita claramente por debajo, el comercio global sin llegar a recuperarse, y la inflación en ascenso.
Las sorpresas de este año
En 2022 todo vuelve a cambiar y nos encontramos con otro shock. La guerra provoca un repunte de inflación, que hasta ahora era comedida. Las tensiones geopolíticas, las restricciones al comercio con Rusia, la devastación de Ucrania, etc, no hacen sino agravar la situación en lo que a inflación se refiere. Los niveles del 3% de final de año parecen ya un objetivo difícil de alcanzar, puesto que estamos viendo lecturas cercanas al 10%.
En este contexto, los bancos centrales tienen que actuar. Su objetivo de inflación está muy lejos de la realidad, y se ven obligados a retirar estímulos y a subir tipos de interés como única herramienta para combatir la inflación. Con ello, el comportamiento ya de por sí malo en los mercados de renta variable, está viéndose agravado por la caída de la renta fija: el ascenso en los tipos de interés sobre todo, al otro lado del Atlántico, está provocando un comienzo de año como ningún otro en la renta fija, con caídas similares a las de la gran crisis financiera del 2008. La renta fija, que suele actuar como refugio en ciertas épocas de crisis, está provocando daños importantes al patrimonio de las instituciones: llueve sobre mojado.
Mirar al horizonte
Dicho esto conviene añadir que la inflación probablemente sea coyuntural, y que, con el paso de los meses, la inflación debería volver a niveles normales del entorno del 2%-3%, estabilizándose entonces los tipos de interés y permitiendo un devengo normal de intereses por parte de la renta fija. No conviene olvidar que los objetivos de nuestras instituciones son, normalmente, de largo plazo, por lo que no hay que perder de vista el horizonte por varios datos extraordinariamente altos. Aunque somos conscientes de la dificultad que supone ver la inflación en esos niveles y nuestro crecimiento / rentabilidad en niveles inferiores, haciendo que en términos reales (descontando la inflación) este crecimiento no sea tal, sino decrecimiento.
Pero, ¿y qué se puede esperar de los mercados a partir de aquí? Pues bien, como decíamos al principio los mercados son impredecibles. Pero se pueden poner una serie de escenarios posibles en función de los acontecimientos que tenemos encima de la mesa, en base a los cuales se puede prever alguna estimación. Jugando con la evolución de la guerra en Ucrania y con la evolución de la inflación, nos encontramos como posibles los siguientes escenarios.
Queremos insistir: no sabemos lo que va a pasar a futuro, pero podemos analizar la situación actual y poner distintas posibilidades de evolución, distintos escenarios.
Necesidad de planificar
Por todo lo anterior, lo más importante desde nuestro punto de vista para sobrevivir con éxito a los mercados financieros es planificar, diseñar un plan que se ajuste a las necesidades reales, permitiendo dar sentido al patrimonio sin dejarse llevar por el día a día que van marcando los mercados financieros.
Del mismo modo, es necesario tener una cierta capacidad de adaptación: el no saber qué van a hacer los mercados nos obliga a tener que adaptarnos a ellos de forma continua, variando la composición de la cartera y asumiendo que, depende del momento, la cartera estará más o menos alineada con los objetivos de largo plazo. Se necesita cierta flexibilidad, aparte del conocimiento imprescindible del mercado, instrumentos, riesgos, etc, que permitan realmente adaptar la gestión del patrimonio a las necesidades, y no al revés. El patrimonio es un medio y nunca un fin.
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