Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

La inmaculada, ejemplo de ética sin pecado original


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Aunque pueda parecer paradójico el título de la nota, la fiesta de María Inmaculada permite abordar la categoría de ética social en la persona de la Virgen, que si bien es cierto, por pura gracia fue concebida sin pecado original, no es solo un tema del designio divino, sino de absoluta libertad y determinación de su Sí al plan de Dios.



El mismo Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia en el breve apartado sobre la Virgen señala que María con su sí, con su fiat, con su hágase “es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos” (CDS, 59).

En las mismas encíclicas sociales hay una discreta presencia de María, así como en el recorrido del Evangelio, sin embargo esto no representa que ella sea un personaje secundario en la disciplina de ética social, al contrario, ella misma es modelo de vida, convivencia, unidad, diálogo y paz social.

Inmaculada

La presencia discreta de María en la enseñanza social

En Sollicitudo Rei Socialis (1987), Juan Pablo II encomendó a la Virgen todas las complejidades sociales. Temas que no son de ayer, hoy son los mismos flagelos que padecemos: Por ello dice que María en “su solicitud maternal se interesa por los aspectos personales y sociales de la vida de los hombres en la tierra (….) en sus aspectos preocupantes de miseria, desempleo, carencia de alimentos, carrera armamentista, desprecio de los derechos humanos, situaciones o peligros de conflicto parcial o total” (SRS, 49).

En la Centesimus Annus (1991), la preparación al Jubileo fue el centro de la mención del papa polaco en el documento social: “Que María, la Madre del Redentor, la cual permanece junto a Cristo en su camino hacia los hombres y con los hombres, y que precede a la Iglesia en la peregrinación de la fe, acompañe con materna intercesión a la humanidad hacia el próximo milenio, con fidelidad a Jesucristo” (CA, 62).

El deseo de Benedicto XVI en la Caritas in Veritate (2009) fue desde la devoción popular, el sensum fidei resumido en las las letanías lauretanas: “Que la Virgen María (…) honrada por el pueblo cristiano como Speculum iustitiae (Espejo de justicia) y Regina pacis (Reina de la paz), nos proteja y nos obtenga por su intercesión celestial la fuerza, la esperanza y la alegría necesaria para continuar generosamente la tarea en favor del desarrollo de todo el hombre y de todos los hombres (CIV, 79).

El papa Francisco también tiene presente a María en su enseñanza social, en la Laudato Si’, la Virgen es modelo de la cultura del cuidado, ella “que cuidó a Jesús, ahora cuida con afecto y dolor materno este mundo herido”. Ella “ahora se compadece del sufrimiento de los pobres crucificados y de las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano” (LS, 241).

Sin embargo, María es modelo pascual, en el paso de la muerte a la vida, por eso dice el papa: “Ella vive con Jesús completamente transfigurada, y todas las criaturas cantan su belleza. Es la Mujer «vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su cabeza»” (LS, 241).

En Fratelli Tutti, la referencia a María es como madre del amor hermoso, como madre de la Iglesia, en la que Francisco, desde el corazón de Pastor, aspira “ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad […] para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación” (FT 276).

Letanías sociales a la Virgen María

Por eso recemos a María, con el paso de cada una de las encíclicas sociales:

María, madre en el trabajo, en el cansancio, en la fatiga del día a día.
María, espejo de justicia, servidora presurosa de los necesitados.
María, la bienaventurada del Magnificat, que proclamó que en su Hijo, el mal, el pecado, la muerte, y los poderosos son derribados y los humildes ensalzados, desde la justicia social.
María, madre y maestra de fe, de virtud, de humildad.
María, reina de la paz, trabajadora de la paz, artesana de la paz, intercediendo
por el vino de la alegría ante los conflictos, la guerra, el dolor y la división de los hermanos.
María, madre de los pobres y promotora del progreso y desarrollo de los pueblos.
María, madre de las víctimas de la violencia.
María, madre del hambriento y del sediento, del forastero, del migrante, del huérfano y la viuda.
María, madre del silencio en el grito de los últimos.
María, madre del encarcelado, del perseguido, del enfermo, del descartado.
María, madre de la libertad y la liberación de la opresión.
María, modelo de humanidad.
María, preocupada por el otro, por lo social, en lo social.
María, madre de la caridad, testigo de la verdad.
María, criatura, custodia, y madre de armonía.
María, madre de la vida que contempla y alaba en la naturaleza la obra del Padre creador.
María, madre de todos, hija de su Hijo, hermana de todo el género humano.
María, madre de unidad y de reconciliación.
María Inmaculada, sin pecado original concebido.
Ruega por nosotros, ruega con nosotros. Amén.


Por Rixio  Portillo. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey.

Foto: Diocesi di Roma.