Todos los años, antes de que llegue el tiempo de Cuaresma, Manos Unidas nos hace una llamada al corazón. Y no es fácil. Pues estamos demasiados acostumbrados al buen vivir y a comprimir la longitud de nuestra mirada: lo que nos rodea, nuestra familia, los problemas en el trabajo, el deambular político de cada momento y sus cotilleos, alguna noticia de un cataclismo, o simplemente la meteorología que nos envuelve.
Ya digo, en febrero siempre se cuela Manos Unidas, y alarga y ensancha el campo de nuestra mirada. Y sus lemas son como una vuelta más de tuerca a nuestras conciencias acomodadas. Nada tienen que ver con los eslóganes navideños que tanto nos han acariciado las entrañas: léase memorias añoradas, sensualidades a flor de piel y estómagos agradecidos. Y ahora que nos llaman a la verdadera solidaridad con los que viven una eterna navidad de pobreza y exclusión, nos presentan la desolación, cada vez más amplia, abriendo al máximo nuestras retinas.
Manos Unidas, como sabéis, trabaja con un plan trienal, ‘Derechos con Hechos’ y estos tres años ha enfocado su mirada a la crisis del medio ambiente. Estamos hablando del cambio climático, aunque haya intereses económicos internacionales que no quieran verlo, negando lo que es un hecho indiscutible. La tierra está enferma, algunos dicen que, de muerte, si no ponemos remedios drásticos que quizás ya llegan tarde.
No hace falta ser muy anciano para recordar las nevadas de antaño, para ver como los tiempos de lluvias se hacen más escasos y distantes en el tiempo, para recordar antiguos manantiales y arroyos que han desaparecido, aumentando la sequía y los eriales.
Los bosques se van retirando, el desierto avanza, la alta productividad de los campos provocada por los abonos químicos arruina la calidad del agua de nuestros ríos, y las fumigaciones tóxicas están terminando con los insectos y con las aves que se alimentaban de ellos, y las abejas y otros insectos desaparecen y sufre la polinización de las plantas…
Por otro lado, el consumo innecesario y el derroche abusivo de los alimentos, la plastificación del planeta, la contaminación con residuos tóxicos producidos por un modelo global de producción industrial, la agonía de los recursos naturales, el cementerio de basuras en la que hemos convertido el mar… todo esto, y mucho más, hace que estemos sobre una agónica tierra, casi un cadáver que nos va a arrastrar con él.
Pero “quien más sufre el maltrato al planeta no eres tú” (el lema de este año) porque nosotros, los ricos, aún vamos salvando la cara. En cambio, son los pobres de la tierra los que agonizan, millones de poblaciones de la “Triple A”: África, América Central y del Sur y Asia, y el llamado “Cuarto Mundo”, todos los cinturones de miseria que rodean a las grandes ciudades.
El concepto por el que todos debemos luchar es: Desarrollo Sostenible. Desde Manos Unidas, nos animan a todas las personas de la sociedad, a los responsables de gobierno, al mundo académico, a las empresas, a la Iglesia… a trabajar sin descanso por un mundo más inclusivo y sostenible donde nadie se quede atrás y todos se puedan alimentar. Quizás debíamos de leer de nuevo la Encíclica del Papa Francisco Laudato si’, sobre el cuidado de la casa común. Esto se pone serio, dejémonos de mirar al ombligo, hay gente que muere y podías haber sido tú.
¡Ánimo y adelante!