Rafael Salomón
Comunicador católico

La práctica de la fe


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La fe en la vida diaria se practica, está en todo momento de nuestra existencia y debería ser el reflejo del amor que le tenemos a Dios por medio de nuestros semejantes.



Es práctica y tiene que aplicarse en nuestro diario vivir, por ejemplo: Si un matrimonio está atravesando por una dificultad, al reconocer que tienen fe, entonces tendrán que realizar acciones que hablen de esa fe y buscar la solución amorosa a su conflicto, de manera que comunicarse y alejarse de posturas egoístas hablará de lo que profesan.

Otro ejemplo: Un padre de familia que tiene diferencias con sus hijos y dice tener fe, deberá hacer un esfuerzo para reconocer el verdadero conflicto y encontrar el camino para dialogar, sin encerrarse en actitudes de soberbia. Si alguien ofendió a su hermano, es momento de demostrar que se tiene fe y entonces con acciones concretas reconocer que ‘no se trata de tener la razón’, se trata de dialogar con sencillez y humildad para reparar el conflicto.

Felicidad al practicar nuestra fe

No cabe duda que la fe es práctica y debemos buscar la manera de aplicarla en los aspectos cotidianos de nuestra vida. Cuando practicamos y ejercitamos nuestra fe, entonces se comienza a adquirir el verdadero sentido del amor hacia los demás, surge el servicio y el acto de reparación, en caso de que la ofensa sea parte del conflicto. Nuestro testimonio se hace presente y sin duda encontraremos la felicidad al practicar nuestra fe de manera real y concreta.

Dios está obrando entre ustedes. Él despierta en ustedes el deseo de hacer lo que a él le agrada y les da el poder para hacerlo”. Filipenses 2, 13.

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En las acciones de nuestra vida debe haber fe y la fe debe hablar del amor que tenemos a Dios y en esas acciones testimoniar en lo que verdaderamente creemos. Ejercitar nuestra vida espiritual es responsabilidad de los creyentes, pero para ser sincero, seguimos dividiendo fe y acción, la fe es la sustancia de las cosas que se esperan.

Actos de servicio y amor

Esos actos que transforman nuestra vida y la de los demás, es la forma en que Dios habla a través de nosotros, es la manera en que se manifiesta el amor más sublime por nuestra acción.

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Hebreos 11,1.

Es por ello que la inacción de la fe causa tanto daño, porque impide la manifestación de un amor real y sublime que se puede manifestar por medio de nuestras acciones. Sirvamos a nuestro prójimo por medio de nuestra fe, por muy difícil que parezca la situación. Con fe encontramos paciencia, fortaleza, amor y comprensión, yo añadiría acción.

La misma fe, debe impulsarnos a realizar actos que hablen acerca de lo que creemos y de quien confiamos. La fe es práctica y es un deber practicarla. Acciones concretas nos definen como seguidores de Dios y para acercarnos un poco a la mirada de Él, debemos realizar actos de servicio y amor, algo que en ocasiones nos cuesta mucho, porque continuamos dividiendo la espiritualidad y las obras.

Mientras eso siga, mantendremos la diferencia y distancia entre la fe y la acción. Expresemos el amor que hable de Dios con nuestros semejantes, siempre con fe.