Supongo que todos hemos renunciado silenciosamente en algún momento de nuestra vida en una relación, en un proyecto, en un deseo. Si es así, dudo de que lo recordemos como algo bueno o deseable…
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En inglés se viene hablando desde hace años del ‘quiet quitting’ (la renuncia silenciosa) aplicado al ámbito laboral pero últimamente han resurgido por diversos artículos sobre el tema y un amplio movimiento en redes sociales, especialmente en Tiktok. Apenas sé nada de este fenómeno, pero me parecen curiosas (y preocupantes) algunas conclusiones a las que llegan.
Algunos defienden el fenómeno resumiéndolo en frases como: “¡Que le jodan a la pasión, pagadme por mi trabajo!”. Es un intento por acabar con la precariedad y el abuso que se da en tantos trabajos (con razón) pero me da la impresión de que a la vez se lleva por delante el disfrute, la pasión y la vocación como si necesariamente fueran cosas incompatibles con tu dedicación laboral.
Equilibrio sano
Otros dicen que hay que quitarle negatividad al término; que no se trata de ir a mínimos y desterrar cualquier tipo de compromiso con tu trabajo sino de optar por un equilibrio sano de tiempos y fuerzas en tu vida. Sin duda, visto así, nos haría bien a todos: empleados y empleadores.
Pero la realidad es que, de un modo u otro, empieza a generalizarse un discurso que aboga por no dar de ti más que lo imprescindible, lo pactado, lo pagado. Y, quizá soy una ingenua o pertenezco a otra generación superada, pero no sé si me he encontrado con algo que merezca la pena cuando nos situamos en lo medido y necesario, sin dar de ti algo que suene a gratuidad y exceso. También en el trabajo. En la última encuesta del Wall Street Journal dicen que el 54% de los jóvenes se declararon no comprometidos con su trabajo. ¿Por qué?, ¿es lo deseable para ser más feliz en tu vida personal? No lo creo…
Tu trabajo no es tu vida, pero forma parte de ella. Puedes no creer en la vocación, pero no hay persona que no sepa distinguir cuándo está en algo que le ayuda a ser ella misma y cuándo no. ¿Por qué desterrar el término?
Puede que se abandone el trabajo por exceso de horario y defecto de reconocimiento (personal, económico…), pero no creo que nos quememos por exceso de pasión o de amor al proyecto en el que trabajas. ¿Por qué no?, ¿no estaremos confundiendo a veces el trabajo con un empleo?, ¿no estaremos dejando de creer en la pasión y el esfuerzo como posible pareja de hecho, no tan extraña?, ¿no se estará extendiendo silenciosamente una especie de virus que nos previene de todo lo que no sea “mi” tiempo, “mi” visión, “mi” decisión, en una peligrosa espiral de individualismo o al menos de escisión vital?
Ojalá esta convicción por priorizar calidad de vida, familia, amigos, tiempo libre… no sea una trampa para otra fuente de bienestar: que buena parte de nuestro día no sea estéril, no sea un automatismo, aporte valor al mundo y a los demás. En todo caso, sea como sea, por favor, no renunciemos a vivir aunque solo sea en un buen puñado de horas al día, en el trabajo.