“En el nombre del cielo os pido posada”
Los grandes cambios comienzan con grandes ideas, sueños e incluso discusiones; el trecho que hay que recorrer antes de que suceda generalmente es largo y sólo lo logran los que se esfuerzan y perseveran.
Cuánto tiempo invertido, cuántas mentes pensando y cuántos sueños redactados.
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Así comenzó el evangelio con hombres y mujeres que imaginaron un mundo mejor, con hombres y mujeres haciendo el intento de vivir aquello que habían escuchado predicar al Maestro; cada quien lo entendió a su modo y ¿saben? Así era la ecuación, por qué el evangelio no era un manual de procedimientos; era la respuesta ante la invitación de Jesús:
“Sígueme”
“Ven y lo verás”
La experiencia fue haciéndose vida y la comunidad como toda sociedad pensó en organizarse… hasta ahí la historia, lo demás es la podredumbre del hombre cuando le pone títulos y status a la vida; placas y egos al “altruismo cristiano”.
Hoy tuvimos que construir una palabra y convocar a volver a encontrarnos para discernir sobre “la Sinodalidad”… pero ¿cuál es realmente el camino cuando muchas palabras no han sido vividas en primera persona? Quienes fueron convocados ¿en qué parte de la pirámide se encuentran?
La Sinodalidad no se logra desde la cátedra de teología dogmática, sino desde el primer llamado que el teólogo sintió cuando fue invitado a creer, cuando se apasionaba por Jesús y por su causa.
Al pesebre
Hoy las comunidades siguen pidiendo posada a la institución; pero ¿será que el niño prefiere seguir naciendo en el pesebre?
La burocracia eclesiástica y el ritualismo sacro difícilmente moverán alguna pieza a favor de la Sinodalidad (a menos que lo necesiten o convenga para la foto), y qué bueno por que así el niño Dios pasará una infancia feliz en el cobijo de su comunidad doméstica, el establo es el espacio teologal donde Dios y el Verbo hecho Carne han asumido realidad y la han exaltado: ¿estás preparado para regresar al pesebre?
¿Y si en vez de pedir posada nos vamos todos al pesebre?