Hay vocablos que a fuerza de repetirlos van perdiendo su significado. ‘Te amo’, por ejemplo, representó para mi septuagenaria generación algo muy sagrado: sólo se le podría decir a la persona con quien queríamos compartir la vida. Vaya, hasta era difícil dedicar la expresión a los papás y, todavía más, a los hermanos.
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Hoy con absoluta facilidad se dice amar a artistas en un concierto, a futbolistas cuando marcan un gol, a la compañerita que comparte su lonche en la escuela y a la secretaria que agiliza un trámite. Pero: ¿en verdad se ama a esas personas, es cierto que esas personas aman?
Lo mismo puede pasar con la palabra ‘esperanza’. En México, por ejemplo, un partido político se proclama poseedor -y, suponemos, transmisor-, de esa virtud. Sus adversarios; sin embargo, se sienten ‘desesperanzados’ si esa agrupación gana las próximas elecciones.
El papa Francisco nos recupera su significado. Este 9 de mayo acaba de publicar la Bula -documento pontificio sobre asuntos políticos o religiosos- ‘Spes non confundit’ (La esperanza no defrauda), con la que convoca al jubileo del año 2025.
El texto, breve con apenas 25 numerales, busca reavivar la esperanza de quienes han pasado “de la confianza al temor, de la serenidad al desaliento, de la certeza a la duda” (#1). El título del documento está tomado de Romanos 5,5, que define como una palabra de esperanza, y a lo largo de todo el desarrollo va comentando diferentes aspectos de la teología paulina.
Define la vida cristiana como un camino de esperanza, y señala con optimismo, a partir del #7, diferentes signos de ella: los anhelos de paz que surgen de todos los pueblos, en medio de tantas guerras; la apertura a la vida con una maternidad y paternidad responsables; el acompañamiento a enfermos, jóvenes, migrantes, ancianos y pobres.
A partir del #16 presenta llamamientos a la esperanza que implican conversión: a los pocos privilegiados económicamente, a las naciones más ricas, a los esfuerzos por consolidar el ecumenismo.
Y hacia el final del escrito aparecen diversos comentarios sobre verdades tradicionales de la fe católica: virtudes teologales, muerte y resurrección, testimonio de los mártires, la felicidad cristiana, el juicio de Dios que no puede separarse de su misericordia, el sacramento de la penitencia y -cosa que agradecemos en México- recuerda que en nuestro país estamos preparando los 500 años de las apariciones de la Virgen de Guadalupe, en el 2031.
Bálsamo para quienes sufren y, por ello, carecen de esperanza, la Bula papal aliviará, de seguro, muchos dolores. Leámosla.
Pro-vocación
Y antier 10 de mayo, en audiencia con la Delegación de la Red Internacional de Sociedades de Teología Católica, ha reivindicado el papel de la teología ante el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Da gusto que, a diferencia del pasado, no condenemos los avances científicos, sino que busquemos caminar junto con ellos.