Rafael Salomón
Comunicador católico

La tragedia que vivió el Hijo de Dios


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Sinceramente he llegado a pensar que los creyentes hemos normalizado y hasta romantizado la tragedia que vivió el Hijo de Dios, me refiero a su nacimiento. Los profetas lo habían dicho, la forma en la que nacería el Hijo de Dios, la sencillez y todas las dificultades por las que pasarían José y María.



Isaías 7,14 Isaías profetiza que una joven pura dará a luz al hijo de Dios. Mateo 1,18–23 Se cumple la profecía de Isaías. Isaías 9,6 Isaías profetiza que Jesucristo vendrá como un niño; se describe a Jesús con varios nombres. Miqueas 5,2 Miqueas profetiza que Jesús nacerá en Belén. Mateo 2,4–6 Los escribas sabían que Belén era el lugar de nacimiento que se había profetizado para el Mesías. Lucas 1,26–31 Una virgen llamada María será la madre de Jesucristo. Mateo 2,2 Una nueva estrella apareció en Israel.

Sin el apoyo de nadie, sin una mano que pudiera darles esa valiosa y necesaria ayuda para que naciera un ser humano. Estoy pensando en José quien tocó varias puertas sin recibir ayuda, les ignoraron, les negaron lo más elemental, un refugio para nacer. La desesperación a la que seguramente se enfrentó aquel varón y ver que era inminente el alumbramiento.

José y María

Una profunda deshumanización para todos los tiempos

Trato de imaginar el momento y ser empático, no podría pensar en nada más que en la desesperación y angustia, cuando pedimos ayuda y nadie es capaz de ver el dolor ajeno, se experimenta una enorme impotencia, la cual seguramente sintió José. A lo largo de los años, hemos visto con buenos ojos y hasta con un halo de bondad aquello que experimentaron los peregrinos, pero no, eso no es bondad, ni es nada romántico, al contrario, se trata de una profunda deshumanización para todos los tiempos.

Negar ayuda a una mujer embarazada, ignorar a quien necesita lo mínimo para vivir y por supuesto, cerrar la puerta a nuestros hermanos no es digno de elogiar. A lo largo de la vida nos hemos dado cuenta del gran egoísmo con el que a veces vivimos cómodamente, sin poner atención al dolor y necesidades básicas, por no comprometernos, tal vez por evitarnos conflictos con la autoridad, por ser almas débiles.

Nada más alejado del mensaje de Jesús y así seguimos viviendo, sin generalizar. Una gran mayoría seguimos sin ayudar, ignorando a quienes menos tienen. En esta Navidad quiero invitarles queridos lectores a que juntos reflexionemos en este acontecimiento tan grande y al mismo tiempo, inhumano por parte de todas las personas que no hicieron nada por miedo, por no tener problemas con la ley o simplemente por omisión, quienes no le dieron esa ayuda tan necesaria a aquellas dos personas y a su imperiosa necesidad por dar a luz.

“Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Despertado José del sueño, hizo como el Ángel le había dicho y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que dio a luz a un hijo, y le puso por nombre Jesús“. Mateo 1, 18-25