En la carrera por la elección de mayo en Ucrania, en la que el humorista y novato Volodymyr Zelensky dio una paliza al titular, Petro Poroshenko, solo hubo un debate. Poroshenko se refirió a su oponente como joven e inexperto, a lo que Zelensky respondió: “Sr. Presidente, no soy su oponente, soy su veredicto”.
El mensaje estaba claro: no estaríamos aquí si tú y el viejo grupo al que representas no hubierais fallado tan colosalmente, convirtiéndoos en famosos por los dos pecados más mortales de un gobierno, la corrupción y la incompetencia.
Hoy, en Europa, se podría decir lo mismo de Matteo Salvini, primer ministro de Italia, cuya política anti-migración constantemente provoca la preocupación y condena de los líderes europeos calificados como “responsables”. La cuestión es que Salvini no es un desertor de la UE, es el veredicto del propio fracaso para manejar la crisis migratoria del continente.
Un barco italiano, 140 migrantes
Esto viene por el último enfrentamiento político por un barco lastimero con migrantes rechazado por Salvini. Esta vez, no era un barco perteneciente a una ONG bienhechora, sino parte de la propia flota italiana de guardacostas, el Gregoretti (la función habitual de este barco es la de controlar las actividades de pesca en el Mediterráneo.)
El jueves, el barco rescató a unos 140 migrantes que habían salido de la costa libia en dos pateras y estaban a punto de hundirse. Al principio Salvini les impidió incluso volver a puerto, pero el domingo les permitió atracar en el puerto siciliano de Augusta. Desde entonces, una mujer embarazada y 16 menores sin familia han desembarcado, pero el resto, incluyendo a los 31 miembros de la tripulación, están atrapados dentro del barco por orden gubernamental.
Salvini ha prometido que nadie irá a ninguna parte hasta que la UE firme un acuerdo para compartir la carga, de manera que Italia no termine siendo la que absorba sola todas las llegadas. Lo ha enmarcado como un asunto de orgullo patrio, insistiendo en Twitter que “los italianos no son esclavos ni sirvientes de nadie, y punto” o que “Italia ha levantado la cabeza… no aceptamos órdenes ni somos la dama de compañía de nadie”.
La intervención de la Iglesia como única salida
El rescate del Goretti tuvo lugar el mismo día en el que se cree que otros 115 migrantes se ahogaron tras el hundimiento de su barco, que salió también de costas libias. Hasta ahora pocos comentarios públicos han hecho los líderes de la Iglesia italiana, pero durante el fin de semana, el senador opositor Edoardo Patriarca dijo que una intervención de la Iglesia sería la única salida.
Patriarca invocó un caso similar el año pasado con otro Guardacostas, el Diciotti, que fue retenido durante 10 días al sur del país con 177 migrantes abordo hasta que la Iglesia se comprometió a ocuparse humana y económicamente de ellos.
No está claro si tal remedio funcionaría esta vez, ya que Salvini parece decidido a utilizar el enfrentamiento para forzar la mano a la UE, insistiendo que solo serviría un acuerdo a ese nivel.