El artista Chris Ofili nació en Manchester en 1968, en el seno de una familia procedente de Nigeria. De niño, estudió en un colegio católico de San Pío X, donde fue monaguillo. Posteriormente, cursó estudios en el Xaverian College, de Manchester. De 1988 a 1991, estudió en el Chelsea School of Art, de Londres. Completó su formación en el Royal College de Art. Su obra siempre ha estado rodeada por la polémica, parte del programa artístico de la corriente Brit Art, en la cual se inscribe generacionalmente. En 1998, fue distinguido con el Premio Turner.
La iconografía cristiana es parte fundamental de su creación. En su reelaboración del imaginario religioso, Ofili protagonizó uno de los episodios más repetidos en la épica del Brit Art. Fue cuando el alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, trató de prohibir su exhibición en el Brooklyn Museum. El alcalde le denunció infructuosamente ante los tribunales. Además, el cuadro fue vandalizado por el ataque de un exaltado que arrojó encima pintura blanca. La obra en cuestión era ‘The Holy Virgin Mary’, de 1996. Confeccionada con excrementos de elefantes, la virgen estaba rodeada de recortes de vaginas extraídos de revistas pornográficas que imitaban a querubines.
El cuadro –de grandes dimensiones, 8 metros de alto- se apoyaba sobre dos bostas de estiércol de elefante en una de las cuales ponía ‘Virgin’ y en la otra ‘Mary’. Ofili quiso hacer una revisitación hip-hop, escatológica y humorista a la representación clásica de las madonas y pretendía acentuar la diferencia entre lo sagrado y lo profano. El cuadro en cuestión está expuesto actualmente en un museo de Tasmania.
En otro cuadro del mismo año 1999, ‘Prince amongst thieves’, Ofili presenta el Gólgota: los cráneos de los tres crucificados son bolas fecales de elefante. De nuevo el sacrilegio y la blasfemia aparecen como recurso publicitario pero a la vez con un papel ambiguo.
Son dos cuadros irónicos en donde la muerte y la destrucción que simbolizan los excrementos de elefante son una fuente crucial de energía y vida, tal como pudo experimentar Ofili en una reciente experiencia que había vivido en una estancia en Zimbabue. El excremento de elefante no es un elemento despreciable sino, por el contrario, muy valioso: el oro de los pobres campesinos. Las figuras aparecen encarnadas en la materia viva que compone la tierra del pueblo. No son figuras elevadas e idealizadas sino seres reales de piel oscura africana y coexistiendo con las mismas materias que los pobres campesinos. Ofili recoge la experiencia que en la Natividad tuvo la Sagrada familia cuando convivió con los excrementos de los animales de la cuadra que tradicionalmente acogió el alumbramiento.
Ciertamente Ofili no pretende hacer comulgar al espectador con la representación devota de vírgenes y crucificados clásicos. La sociedad secularizada que llega al final del siglo XX está protegida contra la exposición a símbolos religiosos en entornos modernos. Ofili sólo puede reflexionar sobre lo religioso creando un entorno suficiente ambiguo, irónico y humorista que salve el rechazo. En sus obras The Upper Room (2002) y La Anunciación (2006), encontramos también dichos rasgos.
Varios rasgos generales del Brit Art podemos encontrarlos en estas dos obras religiosas de Ofili: provocación, salvajismo, analismo freudiano, shock-expresionismo, criticismo o sensacionalismo. Y un sustancial interés comercial que dio como resultado una venta que superó los cuatro millones de dólares de la obra mariana.
Referencias
-
Ofili, Chris (1996) The Holy Virgin Mary. Tasmania: Museum of Old and New Art.