No hace demasiado tiempo, Mariann Edgar Budde, obispa de Washington se preguntaba: “¿No sería maravilloso que la Diócesis Episcopal de Washington fuera conocida en todo el mundo por la forma en que vivimos la posibilidad de la esperanza realizada? Tal vez estemos en camino” (Homilía dominical del 16 de junio de 2022). Tras la difusión mundial de sus palabras ante el nuevo presidente y autoridades de los Estados Unidos, efectivamente la diócesis ya es conocida en todo el mundo por el viento de esperanza y defensa de los más vulnerables que ha levantado ante los más poderosos de la Tierra.
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Cuando los tiempos se oscurecen necesitamos faros que alcen su luz a lo alto, lejos y profundo. No solo la homilía del 22 de enero de 2025 levanta en lo alto la luz del amor y la verdad de Dios, sino que monseñora Budde lleva haciéndolo toda su vida. Necesitamos referencias. En estos mismos momentos y en todo el planeta hay más gente haciendo el bien que el mal, haciendo cosas bellas que horrores, diciendo verdades que mentiras. Pero generalmente no están en los titulares de los periódicos ni la opinión pública les presta atención. Y es verdad que los poderes terrenales tienen una peligrosa capacidad para hacer el mal masivamente y ocupar todos los medios, de modo que nos roba la esperanza.
Es necesario unirnos en comunidades de esperanza en las que meditar, conversar, orar, celebrar juntos. Son necesarios espacios abiertos en los que pueda germinar el tipo de unidad que Mariann Budde resalta en las Sagradas Escrituras: respeto, dignidad, honestidad, humildad. Son virtudes que son imprescindibles y exigibles a cualquier persona, organización o país a los que se concede poder.
En un mundo sin apenas líderes y referencias globales que alcen la bandera de la paz, la cooperación y la dignidad infinita de cada ser humano, es necesario difundir la voz profética de personas como Monseñora Budde. En la Iglesia hay miles de personas que entregan su vida por la justicia en donde la vida está más amenazada, que anuncian la verdad poniendo en riesgo su vida o donde nadie escucha, que crean belleza con sus vidas cotidianas allí donde todo es gris o carece de color. Es necesario que esa Ciudad de Dios todavía en germen, ese Reino que se va construyendo, esté en lo alto, que seamos sal y luz para un mundo que se ha tornado demasiado oscuro.
Mariann Edgar Budde publicó en 2020 el libro titulado “Recibiendo a Jesús: el camino del amor”, editado en español por Church Publishing y disponible en librerías. En él escribe: “Las cosas que antes parecían imposibles eran imposibles hasta que dejaron de serlo”.