Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Latinoamérica, SOS, Derechos Humanos


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No conseguí otro título para esta nota que permitiese relacionar los tres aspectos que se pretenden comentar, porque no es solo un llamado, ni siquiera una materia pendiente, sino una urgencia que clama al cielo.



Para nadie es un secreto que Latinoamérica vive uno de los momentos más oscuros de la historia contemporánea, la multiplicación de regímenes no democráticos están al orden del día, bajo el riesgo de normalizar que se roben elecciones, desconocer la soberanía ejercida en el voto por millones de ciudadanos, con el horizonte perturbador de que si hoy lo hace uno, mañana lo hará otro, ¿quién será el próximo?

El que cree que no le puede pasar se equivoca, las pretensiones de seguridad no son ciertas, porque ha faltado y falta seguir cultivando la conciencia democrática, en los líderes políticos, en los ciudadanos, y en la diplomacia que juega a intereses y no a intenciones.

Sin democracia no será posible ningún proyecto de desarrollo en el continente, los regímenes actuales solo son fábricas de pobres, las cifras y los números están allí, y las historias de sus víctimas deberían interpelar a sus aliados pseudo neutrales.

Simbolo SOS

SOS

SOS porque aunque los lingüistas y filólogos no se hayan puesto de acuerdo del significado de sus siglas, en lo que todos coinciden es que es una llamada de auxilio, emergencia y alerta, consolidada por el concierto de países desde 1906.

La emergencia no es una elucubración del momento, mientras por un lado se desconoce la voluntad popular en Venezuela, en Nicaragua de forma solapada se recrudece la persecución contra católicos.

No les bastó perseguir obispos, exiliarlos, silenciarlos bajo amenazas, fueron también contra sacerdotes, seminaristas, y ahora la lista se agranda con los laicos. Es que los déspotas no saben de clericalismo, y creen que todo católico bautizado es una potencial amenaza.

Por eso, Nicaragua también exige un llamado de auxilio, esos hermanos cristianos y católicos merecen ser noticia, y que el mundo voltee los ojos hacia aquellos que el único delito que han cometido es practicar una religión.

Por otro lado Venezuela, la persuasión desbordada después del 28 de julio, en la que exhiben como trofeos de cacería de más de 1300, se lee mil; (uno, tres, cero, cero) de detenidos, cifra que aumentará mientras se edita este texto, sumado a un centenar de menores de edad, incluyendo niños autistas o con alguna discapacidad cognitiva o física, en plena luz del día, a la vista de todos.

Detenciones arbitrarias registradas, transmitidas en vivo y directo, sin nombres, sin órdenes de arresto, con el simple hecho de que aparecieron en un video, o que parecían aparecer en un video, en una película de horror en cine continuado, por cierto, en el género de no ficción.

Derechos humanos

De allí, la necesidad de hacer prevalecer la lógica y la razón, la preeminencia superior y absoluta sobre los Derechos Humanos, que no son un capricho, ni una lista de supermercado de libre elección.

No es un asunto de partidos políticos, ni de ideologías, ni siquiera de delitos (más aún cuando se pretende decir que los criminales no tienen Derechos Humanos), es un tema de la condición inalienable de la dignidad humana, que merece y tiene que ser respetada.

SOS que no son los intereses económicos los que importa, SOS que no son las toneladas de barril de petróleo lo que está en juego, SOS que no es la posición mezquina de unos poderosos a la fuerza, sino el llanto de nuestros pueblos, la heridas abiertas por la ideología que solo pretende imponerse a la fuerza, la vocación irrevocable de libertad sembrada en el corazón de todo hombre.

SOS… SOS… SOS…


Por Rixio Portillo. Profesor e investigador en la Universidad de Monterrey.